Artículo #14: Vegetarianismo y veganismo, ¿tabúes espiritistas?
Murillo Francisco Cason, fundador del MOVE, publicó este artículo en enero de 2017 en la Revista Internacional de Espiritismo.
Creo que es una opinión generalizada que estamos atravesando un período de cambios profundos y hermosos en lo que respecta al comportamiento y la postura del ser humano en relación con el hombre, y también en lo que respecta al tema de la defensa de los animales y la naturaleza de modo general. Los cambios en los hábitos alimentarios y de comportamiento se vienen produciendo de forma creciente en la actualidad, lo que nos hace reflexionar sobre estos temas de fundamental importancia para todos, especialmente para el Espiritismo, considerándolo como el cristianismo renaciente y sus seguidores los nuevos cristianos.
Por tanto, creo que le corresponde al movimiento espiritista estudiar con más cuidado y caridad el tema del consumo de los cadáveres de nuestros hermanos.
El término cadáver desmitifica el término carne que se usa para designar los trozos de hermanos menores que ponemos en nuestros platos. Esta denominación tiene como objetivo engañarnos y sobre todo alejarnos del tan esperado razonamiento que nosotros, los espiritistas, debemos aplicar sobre infinitas cuestiones de la conducta humana.
La carne, utilizada para designar la comida, elimina por completo la conexión entre el trozo de carne en el plato, del ser vivo pensante, sensible, con sentimientos y percepciones muy cercanas a las nuestras, tales como: amor, ternura, compasión por los demás, miedo, anhelo de libertad, interacción social, dolor, entre decenas de otros puntos de conexión entre nosotros y los animales que devoramos con entusiasmo.
El término cadáver, por otro lado, representa el verdadero significado de ese trozo de materia en nuestro plato.
Estudios científicos han venido demostrando la realidad psíquica de varias especies de animales, como la declaración de Cambridge sobre la conciencia animal [1], señalando aspectos muy importantes que todavía, lamentablemente, son ignorados por muchas personas.
Diversos estudios realizados comprobaron que los tres principales grupos de los que se alimentan los seres humanos, ( vacas, gallinas y cerdos), , tienen altas capacidades cognitivas habilidades perceptivas y sentimentales, como miedo, dolor, compasión y sentido total del mal que se está cometiendo contra ellos, han sido comprobadas en diversos estudios. ellos.
Además de la gravísima cuestión moral que rodea al acto de comer animales con tales capacidades cognitivas, progresivamente hemos entrado en contacto con investigaciones que revelan los males que el consumo de carne acarrea a los humanos, así como los beneficios de una dieta vegetariana, o preferiblemente vegana.
Emmanuel, en la pregunta 129 del libro El Consolador, psicografiado por Chico Xavier, aporta la siguiente declaración:
“¿Es un error alimentarse el hombre con la carne de los irracionales?
“La ingestión de las vísceras de las animales es un error de enormes consecuencias, del cual derivan numerosos vicios de la nutrición humana. Es una lástima semejante situación, así mismo porque, si el estado de materialidad de la criatura exige la cooperación de determinadas vitaminas, esos valores nutritivos pueden ser encontrados en los productos de origen vegetal, sin la necesidad absoluta de mataderos y frigoríficos”. [2]
Creo que las palabras de Emmanuel son muy claras sobre el daño que causamos al comer cadáveres y también es claro que no hay necesidad de que la carne sea consumida por los humanos, porque todo lo que necesita el cuerpo físico lo encontramos en las vastas clases de vegetales, un hecho que ha sido confirmado repetidamente por varios científicos y médicos en la actualidad.
Otro aspecto importante es que cuando nos alimentamos de animales contribuimos a que estos seres tengan una existencia de esclavitud, encierro, sufrimiento y muerte.
También contribuimos a perpetuar el hambre de otros seres humanos en todo el mundo. El consumo de cadáveres de animales es la forma de alimentación más elitista y menos sostenible, ya que la cantidad de personas que pueden alimentarse con las más diversas verduras, si estas fueran destinadas a alimentar a las personas y no a los animales de las granjas, sería mucho mayor.
Aproximadamente el 45% de la superficie terrestre del mundo está ocupada por la cría de animales. Para elaborar una hamburguesa se necesitan 2.500 litros de agua, lo que equivale a dos meses de baño. Podemos usar 1.5 acres de tierra para producir 18.650 kilogramos de alimentos vegetales, o podemos usar la misma superficie de tierra para producir solo 170 kilogramos de carne.
Para alimentar a una persona con una dieta vegetariana estricta (sin productos animales), durante un año, se requiere un sexto de acre de tierra. Alimentar a una persona con dieta carnívora, por otro lado, requiere un área de tierra 18 veces mayor.
Actualmente somos poco más de siete mil millones de seres humanos encarnados en el planeta. Así, para satisfacer el ansia de carne que domina a la mayoría de la población mundial, matamos a la increíble cantidad de 56 mil millones de animales terrestres cada año. Este número no incluye a los seres acuáticos, cuya mortalidad es aún mayor.
¡Cincuenta y seis mil millones al año! Este es el número del genocidio más grande y oculto del planeta, ignorado por la mayoría de la población mundial.
Con base en ese número, podemos comprender mejor uno de los factores que ha llevado a los seres humanos a matarse unos a otros en números cada vez mayores. El derramamiento de sangre genera derramamiento de sangre. La muerte engendra muerte.
Sería dudar de la bondad de Dios para con todos sus hijos que el grito de estos miles de millones de hermanitos no llegara al Creador. Los animales miran al hombre esperando encontrar ángeles que los ayuden, dándoles cariño y amor, sin embargo, en lugar de ángeles, han encontrado demonios.
Esperan encontrar manos que les brinden ayuda, protección y guía, pero encuentran manos empuñando el cuchillo para desgarrar sus gargantas, cuchillas encendidas para cortarles el pico y pistolas paralizantes para guiarlos a la muerte.
¿Cómo podemos esperar que las mujeres no cometan el infanticidio del aborto si consumimos los huevos de las gallinas y trituramos a diario millones de polluelos machos, simplemente porque no son útiles para la industria de los huevos?
Cómo esperar que los hombres no violen a las mujeres, si a diario violamos a miles de vacas, las inseminamos artificialmente para que queden preñadas, produzcan leche y, al dar a luz, sus hijos sean apartados de su cuidado y encerrados en pequeños establos para que no se muevan, etc., no construyan músculo para que, en unos meses, los maten para
Ante todo esto, como cristianos legítimos, no podemos seguir en nuestra zona de confort, porque ha llegado el momento.
Debemos comenzar a preocuparnos por estos temas y darles a ellos y a nuestros hermanos animales el debido respeto e importancia que merecen.
Si los espiritistas, por ejemplo, no levantamos la bandera de la defensa de los derechos de los animales -como lo hace el veganismo-, que es inseparable de los derechos humanos, ¿quién lo hará? ¿Qué institución religiosa?
Si los espiritistas, por ejemplo, no levantamos la bandera de una dieta más compasiva, neutra de crueldad, rica en compasión e igualdad, como son las dietas vegetarianas, ¿quién lo hará?
Si los que predicamos la caridad como único medio de salvación no tenemos caridad hacia los seres inferiores de la creación, puestos por Dios a nuestro lado para que les ayudemos a progresar y no a explorar y devorar, ¿quién lo hará?
Si nosotros, que tenemos un vasto depósito de las leyes de Dios en nuestras manos, no podemos ver esta realidad tan seria que afecta masivamente a humanos y no humanos, ¿quién lo hará?
Corremos el riesgo de caer en el mismo error que cometieron los antiguos hebreos, cerrándonos en el exclusivismo, ya no de pueblo ni de raza, sino de especie.
El vegetarianismo, y especialmente el veganismo, no es más que la práctica de amar al prójimo enseñada por Jesús. Prójimos humanos y no humanos. Por tanto, no consisten en agregar prácticas ajenas al Espiritismo, ya que están implícitas en los postulados espíritas.
Qué otra enseñanza estamos esperando que los espíritus superiores nos traigan para finalmente romper las barreras de la caridad selectiva, y practicar la caridad completa, universal y divina, extendiendo nuestro amor y ayuda a todos los seres de la creación, lavándonos los ojos en el estanque de Siloé, donde dejaremos que se quite el lodo material que nos cubre los ojos, sin ver más a estos hermanos nuestros solo a través de los ojos de la materia. Esta visión trae un deseo ávido de devorar sus cuerpos de carne con la excusa en nuestros labios de que los necesitamos para nuestro alimento. En realidad, solo buscamos egoístamente satisfacer nuestras papilas gustativas.
Que en estos tiempos de transición renovemos nuestro concepto de quién es nuestro prójimo y comencemos a ver la verdadera caridad que no distingue al hermano de la humanidad del hermano que se encuentra momentáneamente en etapas evolutivas anteriores, caminando hacia el mismo destino que nosotros, que es el de la plena comunión con el Creador.
Despertemos la conciencia dormida del hombre, para que los animales finalmente puedan dormir en paz.
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