Card #41: “Jesús les dijo a los hombres: “Amaos unos a otros; amaos en el dolor, en la alegría, en el oprobio; amad la naturaleza, vuestra primera iniciadora; amad a los animales, vuestros humildes compañeros; amad lo que comienza, amad lo que termina”.

¿Qué nos falta para entender que es necesario amar sin restricciones a toda la cadena de la vida en nuestro planeta?

¿Por qué, incluso en pleno siglo XXI, no les damos a nuestros hermanos animales el mismo amor que a los seres humanos?

En el espectro electromagnético, nuestros ojos solo ven la luz visible, y no es posible detectar los otros rayos (ultravioleta, infrarrojo y otros), excepto a través de dispositivos apropiados.

Sin embargo, cuando se trata del amor mencionado por Lázaro, tenemos plenas condiciones de acoger y amar a todo el “espectro de la vida”, simplemente abriendo los ojos del alma y dándonos cuenta de eso, como dice Emmanuel, “ante la Sabiduría Eterna todos estamos interconectados, -piedras y flores, animales y hombres, ángeles y estrellas-, en una cadena de amor infinito ”[1].

Luego, con los instrumentos correctos, podemos ver rayos X y gamma. Del mismo modo, con los instrumentos del corazón y el alma calibrados bajo los parámetros del amor de Cristo, podemos, o diríamos, debemos amar a toda la Creación. Incluso nuestros hermanos que son nuestros compañeros en el mismo viaje evolutivo: los animales. Todos ellos, incluso aquellos sobre los cuales el ser humano vierte toda su saña exploratoria.

Los animales son compañeros y celosos cooperadores de trabajo, tanto en la Tierra como en el plano espiritual, como Narcisa le dice a André Luiz, en Nuestro Hogar, hablando de las misiones de rescate en el umbral: “Los perros facilitan el trabajo, los mulos soportan las cargas con paciencia y suministran calor en zonas donde es necesario”.  [2]

Emmanuel afirma que “La vida del irracional no es propiamente misión, presentando, sin embargo, una finalidad superior que constituye la de su perfeccionamiento propio a través de las experiencias bienhechoras del trabajo y de la adquisición, en largos y pacientes esfuerzos, de los principios sagrados de la inteligencia”. [3]

Siendo los hermanos  animales espíritus en pleno proceso evolutivo, nuestros amigos y compañeros, y conociendo el ser humano las reglas de juego de la Vida, enseñadas por Cristo y expandidas por el trabajo espiritista en cientos de referencias directas, ¿podemos, en sana conciencia, continuar explotando la fauna a costa de miles de millones de vidas al año para nuestro beneficio?

¿No deberíamos amar a los animales y protegerlos en medio del dolor y la alegría, tal como lo hacemos con los hermanos humanos?

¡Es hora de ampliar nuestra visión del espectro de la vida!

Referencias:

[1] XAVIER, F. C.; EMMANUEL (Espíritu). Paciencia. Capítulo “Indicaciones de la Paz”. 4a ed. Ed. Cultura Espírita União, SP, 1990. p. 24

[2] XAVIER, F.C.; ANDRÉ LUIZ (Espíritu). Nuestro Hogar. Versión digital. Trad. Alípio González Hernández. Derechos de autor cedidos gratuitamente por la Federación Espírita Brasileña. 258 p. Capítulo 33 “Curiosas observaciones”, p. 161. Acceso el 17-06-2020 https://bit.ly/2UTKQPY

[3] XAVIER, F. C.; EMMANUEL (Espíritu). El Consolador. Versión digital. Trad. Enry Chara. 122 pregunta 128, pp. 43. Acceso el 19-06-2020. https://bit.ly/2Y2U5j1  

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