Card #58: “Si no fuera por los anfitriones del establo (animales), tal vez la Buena Nueva habría llegado más tarde”.
El espíritu Hermano X, a través de la psicografía de Chico Xavier, nos regaló esta historia sobre el nacimiento de Jesús, destacando el papel de los animales y la necesidad de liberarlos de tanto sufrimiento, al menos en los días de Navidad. Vea el mensaje completo a continuación.
Sosteníamos animada conversación, respecto de los abusos en la mesa en las fiestas de navidad, con el parecer del grave Jonathan Ben Asser, que aseveraba la conveniencia de atenerse el hombre al sacrificio de animales solamente a lo estrictamente necesario, cuando el anciano Ebenezer Ben Aquim, orientador de grupos hebraicos en el Mundo Espiritual, tomó la palabra y se expresó conciso:
– Tal vez no sepan ustedes, cuánto les debemos a los bichos en la manifestación del Evangelio…
Y ante nuestra curiosidad, contó conmovido:
– Hace muchos años oí del Rabí Eliude, que se encuentra ahora en las esferas superiores, interesantes pormenores concernientes al nacimiento de Jesús. Nos contó este antiguo mentor de israelitas desencarnados que encontrar a José de Galilea y a su compañera en los alrededores de Belén de Judá no fue fácil.
El matrimonio, que se componía de la joven María, tocada de singular hermosura, y del patriarca que la recibiera por esposa, en la madurez adelantada, entró en la ciudad cuando las calles y las hospederías estaban repletas.
Los descendientes del tronco de David se reunían en gran número para atender el nuevo censado determinado por el gobierno de Augusto.
Bronceados camelleros del desierto confraternizaban con viñateros de Gaza, negociantes domiciliados en Jericó se entendían con mercaderes residentes en Egipto.
Acompañados por benemérita legión de Espíritus sabios y magnánimos, a cuyo frente se destacaba el abnegado Gabriel, que había anunciado a María la venida del Señor
José y su consorte llamaron primeramente a las puerta de hospedaje de Abías, hijo de Sadoc, que enseguida los rechazó, aun cuando puso sus ojos malevolentes en la joven desposada e hizo una gracia irreverente, lo que motivó que José aprensivo, apurara el paso y siguiera adelante.
Recurrieran enseguida al auxilio de Jorao, usuario que alquilaba aposentos a los forasteros. Este hombre opulento consideró, de inmediato, la imposibilidad de acogerlos, pero, al examinar la belleza de la muchacha nazarena, llamó aparte al arrugado carpintero y le preguntó si la joven era hija de esclavos que se pudiese obtener a cualquier precio…
José, más afligido, siguió camino hasta llegar a la pensión de Jacob, hijo de Josías, antiguo hospedero, que declaró su imposibilidad de alojar a los viajeros; no obstante, al fijarse en la recién llegada, preguntó imprudentemente cómo era para que un varón así de viejo tenía el coraje de exhibir una joven de aquella rara belleza en la plaza pública. Deprimido el anciano resolvió ir a una posada próxima, aun así, las palabras de Jacob atrajeron a curiosos y vagos que cercaron al matrimonio,y lo llenaron de injurias.
Los recién llegados de Nazaré, sintiéndose blanco de burlas y sarcasmos, tropezaban humillados… Gabriel, mientras tanto, recurrió a la oración, rogando el Amparo Divino, y diversos emisarios del Cielo se manifestaron en nombre de Dios, deliberando que la única seguridad para el nacimiento de Jesús, se encontraba en el establo, por lo que condujeron a José y María hacia la casa rústica de los carneros y los bueyes …
Ebenezer, a continuación, comentó bien humorado:
– Si no fuera por los anfitriones del establo tal vez la Buena Nueva habría llegado más tarde…
Y terminó preguntando:
– ¿No será ese un motivo suficiente para que los animales en la Tierra sean salvados del exterminio por lo menos en el día de Navidad?
XAVIER, F. C.; Espíritos diversos. Antología Mediúmnica de Navidad, capítulo 44 “Los animales ante la Navidad” (Espíritu Hermano X).
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