Artículo #16: Nuevo coronavirus y la cría y consumo de animales

Rafael van Erven Ludolf, uno de los fundadores del MOVE, nos habla de la causa del nuevo coronavirus.

Una vez más la humanidad y sus poderosas naciones se inclinan ante lo invisible, quiero decir, ¡ante el mensajero microscópico, el nuevo coronavirus!

El mundo, ahora en cuarentena, se pregunta: ¿qué quiere decirnos?

O más bien, ¿realmente te preguntas o sólo estás buscando un chivo expiatorio?

¿Las preguntas realmente expresan preocupación por comprender la causa real de esta pandemia?

El hecho es que no debemos pasar por más esta pandemia sin cambios individuales y colectivos. O aprovechamos la invitación del pequeño mensajero o seremos productores de nuevos flagelos.

Por tanto, es importante reflexionar sobre qué movimiento nos pide la vida en esta hora grave del planeta. Momento en que las naciones confinadas emiten millones de toneladas menos de gases contaminantes al día, visibles en imágenes de satélite. Aunque forzado, este aislamiento social demuestra que cuando se les impide ser los seres humanos que somos, la Tierra convaleciente vuelve a respirar, sus aguas se aclaran, sus aires se muestran y sus animales vuelven a jugar. Una tregua al ataque sistemático e institucionalizado de las naciones contra la Naturaleza, es decir, contra ellas mismas.

Esta obligada ralentización en la carrera mundial por el dinero, a cargo de Mamon, consecuencia del pequeño mensajero, demuestra el desvío de la ruta. Desvio que la benefactora Juana de Angelis ya había advertido:

“Quien perturba el orden y se complace en enriquecerse mientras ataca a la Naturaleza, no se ama a sí mismo ni a nadie. Los vanidosos, los déspotas, LOS DEVASTADORES DE LA FLORA Y LOS DESTRUCTORES DE LA FAUNA PERDIERON LA DIRECCIÓN DE LA VIDA y se enredaron en el patrón de la ambición desmedida, destruyéndose a sí mismos, siempre que invierten contra las manifestaciones sensibles que existen”. [1]

Allí, algunas personas se victimizan,, sin reflexionar sobre la verdadera causa de la pandemia, cuestionando a Dios dónde está, ya que permitió tal flagelo, y por qué se demora tanto en brindar milagrosamente una cura.

Por otros lados se condena a China, como la única causa del mal que aflige a la Tierra, con teorías de conspiración descabelladas, alegando que el virus es un producto de laboratorio para derribar las bolsas de valores de todo el mundo.

Además, algunos acusan a determinados sistemas económicos y otros hacen elucubraciones afirmando que la humanidad está siendo sometida a un experimento social derivado de algún orden secreto.

Aquí, algunos espiritistas tienen en la punta de la lengua respuestas orientadas a la transición planetaria, enfatizando que tales flagelos son parte de los eventos necesarios para que la Tierra suba de la categoría de mundo de pruebas y expiación a un mundo de regeneración.

Sin generalizar y agotar las posiciones, así caminamos, unos con más y otros con menos razón. Sin embargo, tengo la impresión de que la mayoría se apoya en muletas mentales que proyectan responsabilidad en el otro y no en sí mismo, desviando el enfoque de la causa real de la nueva pandemia.

Por tanto, es imperativo afirmar: el hombre es el causante del nuevo coronavirus, yo, tú, usted, de todas las geografías y nacionalidades, y no del murciélago, el pangolín, ¡el animal no humano!

Cálmate, lo entenderás. Lo explicaré.

Es que si el origen del nuevo coronavirus se debió a la mutación del virus en algún animal hospedador saltando a los humanos (como se confirma en una investigación publicada en la revista Nature [1]), la práctica de confinar, sacrificar, comercializar y consumir animales en condiciones deplorables, malsanas e inmorales, muy apropiado para producir una serie de pandemias, ¡ENTONCES LA RESPONSABILIDAD ES HUMANA!

En otras palabras, esta es otra pandemia de la que debemos culparnos, todos los que estandarizamos, regulamos, institucionalizamos y trivializamos la creación y consumo de animales en varias naciones. Es nuestro deber afrontar esta realidad si de verdad queremos leer con provecho el mensaje del pequeño mensajero, agacha la cabeza, haciendo nuestro mea culpa, hacia la Regeneración.

Vale la pena señalar que según la investigación antes mencionada, publicada en la respetada revista Nature, el nuevo coronavirus no fue creado en el laboratorio. Esta posibilidad fue descartada perentoriamente por la ausencia de cualquiera de los varios sistemas de reversión genética disponibles para betacoronavirus, entre varias otras razones [3].

Por lo tanto, pasar por este flagelo sin un cambio individual y colectivo en la forma en que nos relacionamos con los animales y la naturaleza es cometer errores deliberadamente no una, sino dos, tres, cuatro cinco…veces, si queremos enumerar las numerosas crisis derivadas de la crueldad humana contra los animales.

Después de todo, en El Libro de los Espíritus, Allan Kardec preguntó a los Inmortales sobre la necesidad de azotes destructores. Y obtuvo la siguiente respuesta:

Pregunta 738. Para lograr el mejoramiento de la humanidad, ¿no podría Dios emplear otros medios que los destructivos azotes?

“Puede, y los emplea todos los días, ya que le dio a cada persona los medios para progresar a través del conocimiento del bien y del mal. Sin embargo, el hombre no se aprovecha de estos medios. Por lo tanto, necesita ser castigado en su orgullo y sentir su debilidad”.

De esta manera, hay flagelos innecesarios, que resultan solo de la elección humana cuando cierra los oídos a los mensajes del bien y decide por el mal.

Según un informe difundido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), alrededor del 70% de las nuevas enfermedades que infectan al ser humano en las últimas décadas están relacionadas con la creación y consumo de animales. No solo animales exóticos y salvajes, murciélagos y pangolines, por ejemplo, sino también los llamados animales de granja, como bovinos, cerdos y aves. La FAO dice que la salud humana, animal y de los ecosistemas debe tratarse de manera integrada, con un enfoque “holístico” para la gestión de las amenazas de enfermedades [4].

Cabe señalar que otros pequeños mensajeros ya nos habían advertido de los daños que ocasiona la crianza y consumo de animales. El EBOLA se originó por el consumo de murciélagos, el VIH por la caza y el consumo de pequeños primates, la ECJ (enfermedad de las vacas locas) por la cría y el consumo de vacas, H1N1 / Influenza A (gripe porcina) por el consumo de cerdos, H5N1 (influenza aviar) de la cría y el consumo de aves de corral, el MERS del consumo de camellos … Y ahora el COVID-19 de murciélagos y pangolines que hay en el aterrador mercado chino, que, si se supera la crueldad animal en algún nivel, es poco diferente a las demás naciones en el trato con los animales.

¿Cuántos mensajes más necesitaremos? ¿Cuántas vidas humanas y no humanas habrá que dilapidar para leer las huellas de la vida? ¿Cuántas pandemias?

Si en alguna región o momento hubo necesidad de criar y consumir animales, hoy en la mayor parte del mundo la continuación de esta práctica se debe solo al abuso humano y a la relación insana con el dinero, y no a la necesidad de subsistencia.

Una vez más, es oportuno recurrir a las advertencias de la benefactora Juana de Angelis:

“Veamos, por ejemplo, qué ha estado sucediendo en el ecosistema. La falta de respeto a la Naturaleza, debido al desconocimiento inicial y los intereses mezquinos y plateros del momento, ha producido varios efectos graves para la propia existencia humana. La destrucción de la capa de ozono ha ido aumentando el número de personas con cáncer de piel de una forma aterradora; el abuso de fertilizantes químicos en el suelo ha generado lamentables problemas orgánicos; LA APLICACIÓN DE HORMONAS EN AVES Y ANIMALES DE MATANZA HA ESTADO PROVOCANDO ENFERMEDADES DESCONOCIDAS EN EL SER HUMANO; la disminución del volumen de agua amenaza regiones donde la vida comienza a perecer; la presencia de mercurio en los ríos genera intoxicaciones, destruyendo la flora y fauna, así como las poblaciones ribereñas; el aumento de las áreas desérticas y el derretimiento de los polos son amenazas que preocupan a algunos gobiernos y naciones del Planeta que temen por el futuro, momentáneamente ensombrecido por la angustia. La vida es trabajada por un principio de ÉTICA DIVINA, que no puede ser manipulado al placer de la locura, SIN ESAS CONSECUENCIAS IMPREVISIBLES INVISIBLES PARA SUS INFRACTORES”. [4]

A diferencia de quienes piensan que el momento es solo para hablar de “cosas buenas”, es decir, que este mea culpa no sería adecuado ante el sufrimiento que ahora vivimos, yo creo que no hay mejor oportunidad para tocar esta herida, solo que con el objetivo de la cura, la salud única e integral de todos los seres que habitan la Tierra, el bien general.

El dolor hace vibrar el alma, evoca reflexiones nunca realizadas, hace que la mente se vuelva hacia lo esencial. Y la ralentización y el aislamiento social traído por el mensajero a crea un tiempo para que el ser mire dentro de sí y se dé cuenta, como decía André Luiz, de que “el respeto a la Creación es un simple deber”. [5]

¿No sería una buena noticia saber que con un pequeño gesto diario podemos mejorar enormemente nuestra propia salud, la de los animales, de los ecosistemas y de la naturaleza, dejando de consumirlos y explotarlos?

¿No es amor ofrecerles medicinas a los enfermos?

Si no es una buena noticia estar sano y dar salud, permitir que los seres sintientes disfruten de su derecho divino a vivir libremente, cumpliendo un deber sagrado de respeto y cuidado por nuestros hermanos menores ya no sé qué es. Quizás, respetuosamente, prefieren más flagelos.

De hecho, no es nuevo que en “tiempos de paz” la comunidad científica y la filosofía vegana adviertan sobre los efectos nocivos del consumo y la cría de ganadería intensiva, que, por ejemplo, generan y transmiten a las personas superbacterias resistentes a los antibióticos y devastan los ecosistemas, comprometiendo seriamente la salud del planeta y colocándonos en un nivel sin precedentes de crisis ambiental.

El espíritu Emmanuel, allá por los años 40, incluso antes de la vulgarización de los alertas de la comunidad científica ya había dicho que

“La ingestión de las vísceras de las animales es un error de enormes consecuencias, del cual derivan numerosos vicios de la nutrición humana. Es una lástima semejante situación, así mismo porque, si el estado de materialidad de la criatura exige la cooperación de determinadas vitaminas, esos valores nutritivos pueden ser encontrados en los productos de origen vegetal, sin la necesidad absoluta de mataderos y frigoríficos”. [6]

Mis amados hermanos y hermanas, hagamos todo oídos a la voz del pequeño mensajero instándonos a la renovación. Él tiene algo importante que decirnos. Es otro amigo más que extiende sus manos y dice:

Humano, siéntate aquí por un momento y contempla la belleza natural cerca de mí. Verás, la noticia que te traigo te concierne, pero también habla de nosotros. Déjate guiar por la voz de todas las criaturas hermanas. La fauna, la flora, los seres más pequeños de la Creación como yo, conviven contigo en este nido de calor y progreso espiritual que es la Tierra. Todos estamos integrados. Tu presencia es tan divina como la nuestra. Somos eslabones ecológicos. Ni mejores ni peores partes, sino integradoras, con diferentes edades, capaces de promover la salud de toda nuestra familia. Me entristece causarles este dolor, traerles esta dolorosa noticia. Yo no la elegí, sino tú, desequilibrando la vida. Por tanto, estoy a favor de tu armonía. Vengo en paz, para que comprendas la sabiduría del orden divino, invitándote a cantar tu nota de amor en esta hermosa orquesta cuyo director es Dios”. 

Aprovechemos el aislamiento social para educarnos, reflexionando sobre nuestro papel real en el ecosistema terrestre y comprobando dónde podemos mejorar nuestros hábitos hoy. Cualquier paso en esa dirección es grandioso a los ojos de Jesús.

La ética animal espírita es una propuesta de vida en abundancia para todos los seres. Porque, como dijo el benefactor André Luiz: “Existimos para colaborar en el progreso de la Creación, construyendo el bien para todas las criaturas”. [7]

Que podamos asumir nuestro deber sagrado, desplegando los potenciales humanos que embellecerán la cultura de las naciones y permitirán que la Madre Tierra respire tranquilamente de nuevo.

Como dijo Emmanuel:

“Reciban como una obligación sagrada el deber de apoyar a los animales en la escala progresiva de sus variadas posiciones en el planeta. Extiéndanles su concepción de la solidaridad y su corazón comprenderá, más profundamente, los grandes secretos de la evolución, comprendiendo los maravillosos y dulces misterios de la vida”. [8]

Que Dios nos bendiga a todos. Sigamos…

Referencias:

[1] FRANCO, D. P.; JOANNA DE ÂNGELIS (Espíritu). Garimpo de amor. [Filón de amor]. 6 ed. Salvador: LEAL, 2015. 200 p. Capítulo 18 “Amor y conflictos”, pp. 119.

[2] Andersen et al. 2020. Andersen, K.G., Rambaut, A., Lipkin, W.I. et al. The proximal origin of SARS-CoV-2. Nat Med (2020). https://doi.org/10.1038/s41591-020-0820-9 https://www.nature.com/articles/s41591-020-0820-9

[3] http://www.fao.org/news/story/es/item/210764/icode/ 

[4] FRANCO, D. P.; JUANA DE ANGELIS (Espíritu). Días gloriosos. Capítulo 9 – Engenharia Genética [Ingeniería genética].

[5] VIEIRA, W. ANDRÉ LUIZ (Espíritu). Conducta espírita. Versión digital. Federación Espírita Española. 70 p. Capítulo 33 “Frente a los animales”, p. 50. Acceso el 15-06-2020 https://bit.ly/37vPEQZ

[6] XAVIER, F. C.; EMMANUEL (Espíritu). El Consolador. Versión digital. Trad. Enry Chara. 122 p. Capítulo 2 “Filosofía”, ítem 2.1. “Vida”, subítem 2.1.1. “Aprendizaje”, pregunta 129, pp. 43. Acceso el 19-06-2020. https://bit.ly/2Y2U5j1

[7] XAVIER, F. C.; Espíritus diversos. Ideal espírita. Capítulo “Oyendo a la Naturaleza” (Espíritu André Luiz).

[8] XAVIER, F. C.; EMMANUEL (Espíritu). Emmanuel. Versión digital. Trad. R. Bertolinni. 108 p. Cap. XVII “Sobre los animales”, pp. 57-60. Acceso el 28-06-2020 https://bit.ly/2YH09hC