Artículo #18: ¿El Espiritismo es especista?
En determinada oportunidad, durante mis andanzas como profesional del Derecho Animal, me encontré con un artículo en una de las revistas científicas más respetadas a nivel mundial en su campo, la Revista Brasileña de Derecho Animal (RBDA). El artículo se titulaba El especismo religioso. Esta revista es la primera en discutir el Derecho Animal en América Latina y cuenta con el aporte de reconocidos científicos brasileños y extranjeros. Actualmente está clasificado en el estrato A1 de la Coordinación de Perfeccionamiento de Personal de Nivel Superior (CAPES, por sus siglas en portugués), el nivel más alto de clasificación de revistas científicas.
Debido a que soy espiritista y me dedico a los animales en el movimiento espiritista, el tema no era nuevo para mí ya que formaba parte de mis intereses, y al investigar constantemente este tema fui consciente de cuánto aportan enormemente ciertas religiones a la objetivación de los animales no humanos. ¡Sin embargo, mientras seguía leyendo, me sorprendió la palabra “Espiritismo” en su resumen! el cual decía:
“Este artículo investiga lo que se puede llamar especismo religioso, basado en el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento, el “Espiritismo/Kardec” y el Hinduismo/Hare Krishna”. [1]
¿Qué habría dicho el autor sobre el Espiritismo? En su opinión, ¿sería el Espiritismo Especista?
Em comparação com as demais religiões em análise, em que posição o autor enquadraria o Espiritismo no que tange às prescrições de consideração ético/moral com os animais?
¿Tendría una opinión desde afuera del Espiritismo (ya que el autor no es espírita), una visión más imparcial y por tanto más lúcida de cómo el movimiento espiritista aboga por la relación con los animales?
¿Será que el autor, sin experiencia espiritista, habría evaluado bien al Espiritismo para emitir su opinión?
En el momento surgieron muchas preguntas y me devoré el artículo. Posteriormente tuve la alegría de conocer al autor, un profesor de vasta titulación académica en el área de estudio, una verdadera autoridad y referente.
El caso es que me vi obligado, como demostraré al final, a darle CASI LA TOTAL RAZÓN, avergonzado por lo que el movimiento espiritista ha hecho mayoritariamente con los animales y los cientos de mensajes de reconocidos benefactores espirituales a su favor, ignorados, despreciados, no vistos y negados, con raras excepciones.
Quizás una voz “exterior”, describiendo una realidad “desde dentro”, pueda ayudar al movimiento espiritista a asumir el papel de inserción del Espiritismo en el campo de las filosofías modernas de inclusión de los animales y los ecosistemas en las consideraciones morales humanas, porque, lamentablemente, en este sentido, está perdiendo el tren de la historia.
No es la primera vez que me encuentro con trabajos académicos que critican al movimiento espiritista por su trato a los animales y al medio ambiente, y lo llevo alertando a mis cohermanos espíritas desde hace mucho tiempo. En otra ocasión, me enteré de una investigación realizada por una estudiante de periodismo, que visitó centros espiritistas, iglesias protestantes, adventistas, católicas y otras tradiciones de espiritualidad, para medir cuáles tenían opciones veganas en sus espacios, Y EL ESPIRITISMO ESTABA ENTRE LAS ÚLTIMAS.
En pleno siglo XXI, el movimiento espiritista parece estar en una burbuja cuando se trata de temas relacionados con la ética animal, a pesar de toda la vocación doctrinal de ser un movimiento de vanguardia en la prescripción y experiencia del amor por todos los seres, mientras que “allá afuera” se discute y avanza desde varios ángulos en el tema. Por eso son permanentes los relatos que me llegan de personas que abandonan el movimiento espiritista, incluida la juventud espírita, porque no son aceptadas en su veganismo, por ejemplo.
Dejaré la reseña del artículo para el final, pero ya puedo decir al menos TRES LIMITACIONES DEL ARTÍCULO que afectaron el análisis y comprensión del Espiritismo por parte del autor, a mi entender:
- El autor no aclaró ni comprendió la diferencia entre el Espiritismo y el movimiento espiritista, siendo este el conjunto de actividades que tienen como objetivo estudiar, difundir y practicar la Doctrina Espírita y aquel la Doctrina dictada por los Espíritus contenida en la Codificación y en las obras subsidiarias;
- El autor sacó conclusiones solo analizando las obras El libro de los espíritus y La Génesis, y no el conjunto literario fundamental y subsidiario de la Doctrina espírita, que incluye principalmente las obras psicografiadas por Chico Xavier, que contribuyeron mucho a la comprensión del alma de los animales. De hecho, la progresividad del Espiritismo es un aspecto sustancial para la comprensión de la Doctrina, que se deja modificar y expandir, sin dogmas, ni por la ciencia ni por los propios espíritus.
- El autor no aclaró ni entendió que la jerarquía evolutiva espiritista es diferente a otras tradiciones, dado que la fase evolutiva de la humanidad (superior) no es para explorar la fase evolutiva de la animalidad (inferior). El superior en la jerarquía espírita es el que más debe servir. A quienes tienen una edad evolutiva superior se les imponen mayores obligaciones de cuidar a los de edad evolutiva inferior.
Sin embargo, este tercer punto los espiritistas no lo comprenden ni lo viven bien, ya que (sin generalizar) entienden que por estar practicando la fase de humanidad son legítimos para explotar a quienes se encuentran en la fase anterior de animalidad, como ocurre en otras tradiciones, que entienden que los animales fueron creados para servir a los seres humanos, como veremos en este texto. La Doctrina Espírita fue enfática en este punto, superando las arcaicas jerarquías evolutivas exploratorias de los demás reinos. Veamos solo algunos ejemplos entre muchos:
Aseveró Emmanuel que
“el hombre es para el animal simplemente un superior jerárquico”. [2]
Casimiro Cunha imploró que entendamos que
“los animales son nuestros hermanos menores”. [3]
Alejandro, en la obra de André Luiz advirtió que
“Si no protegemos ni educamos a quienes el Padre nos ha confiado (los animales), […] ¿cómo podemos exigir la protección de superiores benevolentes y sabios?” [4].
Con pesar y por experiencia propia, sin ninguna intención de juzgar a mis hermanos y hermanas, sino de aclarar y dar visibilidad a una necesidad y vocación espiritista, lamento decir: el movimiento espiritista se encuentra entre los grupos espirituales más negativistas y atrasados con respecto al tema de la ética animal y ambiental, por ahora.
Y esta condición surge principalmente de decisiones de líderes, federaciones, oradores y médiums espiritistas, quienes, cuando no subordinan ni prohíben el estudio y vivencia de este tema en los espacios espíritas, se manifiestan en las tribunas de manera contraria a lo que dice el Espiritismo, confundiendo su opinión personal como si fuera doctrinal, enajenando a las multitudes que lamentablemente todavía idolatran a los expositores y médiums espiritistas.
Necesito dejar muy claro que sitúo esta crítica del movimiento espiritista en el aspecto de la ética animal, reconociendo que en otros lugares el movimiento (del cual soy parte) ha estado haciendo un trabajo maravilloso. Y obviamente no generalizo, ya que existen loables excepciones en el movimiento espiritista a favor del tema.
Más grave es cuando legitiman la explotación de los animales y su consumo, en base al Gobernador de la Tierra, el Sublime Ecologista, el Padre adoptivo de todos los seres terrestres, por pequeños que sean, JESÚS. Por tanto, cometiendo los mismos errores de las antiguas tradiciones religiosas (como veremos en este texto) de colocar en el relato de Jesús y Dios el mandamiento de cosificar a los animales y mercantilizar la Naturaleza, rebajando al Creador y al Maestro a la condición de meros seres humanos indiferentes al dolor, al sufrimiento y devastación de los principios espirituales fundamentales para la vida, que conviven en la Tierra y de los cuales los humanos, eslabones de una cadena ecológica, interdependemos.
Entonces dicen, alto y claro, todos los años en las tribunas espiritistas:
“No es lo que entra por la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de la boca”.
¡Y en esta concepción, sin darse cuenta, LE DAN AL DIVINO AMIGO JESÚS EL TÍTULO DE MAYOR ESPECISTA Y ANTROPOCÉNTRICO DE LA TIERRA!
No entienden cómo eso aleja a la gente del Espiritismo, la ciencia del Espiritismo, la juventud del Espiritismo y los animales y ecosistemas de ser liberados de tanta crueldad, ya que refuerzan el estilo de vida depredador donde se matan 70 mil millones de animales terrestres cada año, 100 millones de toneladas de pescado para consumo humano, 115 millones de animales para investigación/estudio, ¡todo para 7 mil millones de encarnados!
Mientras tanto, en el Evangelio de Juan 10:10, el Maestro ya había dicho:
“Vine para que TODOS puedan tener VIDA, y tenerla en ABUNDANCIA”.
Grave error, ya que el movimiento espiritista tiene toda la vocación derivada del conjunto literario fundamental de la Doctrina Espírita de contribuir a la reforma teológica, filosófica y científica de la cruel relación humana con los animales y los ecosistemas, como mostraré en este texto.
¡Necesitamos unirnos y asumir esta hermosa tarea! ¿Vamos juntos?
Antes de comenzar a analizar las conclusiones del artículo mencionado sobre si el Espiritismo es especista o no, sé que algunos deben estar preguntándose ¿qué es el especismo? Lo explicaré a continuación, además de exponer las premisas culturales históricas del especismo, para al final concluir con el análisis del artículo.
Sigamos…
¿Qué es el especismo?
En el mundo (expiación y pruebas) en el que vivimos hay mucha discriminación y de diferentes tipos. La discriminación ocurre cuando alguien recibe menos consideración moral que otros o es tratado peor que los demás por una razón injustificada. Existe discriminación contra ciertos seres humanos por su género, color de piel, orientación sexual y por otras razones. [5]
En este contexto, el especismo es la discriminación que practica la especie humana contra otras especies no humanas, similar al racismo, el sexismo y otras formas de inferiorizar a los demás. El filósofo Peter Singer afirma que “el estándar es idéntico en todos los casos”. [6]
El mismo filósofo, al discutir el tema del especismo y sus consecuencias para superarlo, desarrolló el llamado principio de igual consideración de intereses similares, lo que significa que “moralmente debemos dar igual peso a los intereses similares de todos los afectados por nuestras acciones , independientemente de criterios moralmente irrelevantes, como sexo, raza o especie”. [6]
Por tanto, si brindamos consideración moral a los demás, significa que tenemos en cuenta la forma en que se verán afectados por nuestras acciones y omisiones, actitudes y decisiones. Por otro lado, si no tomamos en cuenta el daño a los animales y ecosistemas significa que no les damos consideración moral o sus intereses importan menos. De esta forma actuamos de forma especista y egoísta, ya que nos desenvolvemos centrados en nosotros mismos y, en consecuencia, despreocupados de la vida de los demás.
Cabe mencionar que es precisamente del egoísmo, según El Libro de los Espíritus, que “todo mal deriva”. Porque, como advierten los Inmortales, “el egoísmo es incompatible con la justicia, el amor y la caridad: neutraliza todas las demás cualidades”. [7]
El concepto de especismo es la base de los movimientos modernos por los derechos de los animales que tuvo sus raíces a principios de la década de 1970, cuando un grupo de filósofos de la Universidad de Oxford comenzó a cuestionar por qué el estado moral de los animales no humanos era necesariamente inferior al de los seres humanos. Este grupo incluía al psicólogo Richard D. Ryder, quien acuñó el término “especismo”. [8] Fue a partir de un texto suyo que el citado Peter Singer decidió en 1975 lanzar Animal Liberation, un famoso libro que impulsa el movimiento por los derechos de los animales, a pesar de estar basado en el utilitarismo, concepto que fue teóricamente superado por el postulado abolicionista del ilustre jurista y filósofo Gary Francione, y por una serie de otros autores y autoras del Brasil.
Dicho esto, vale la pena enfatizar que el especismo es un estándar históricamente institucionalizado en las sociedades humanas durante milenios, en sus culturas, filosofías, ciencias y religiones, normalizado y trivializado por personalidades notables, salvo raras excepciones. Es una herida moral dentro de la criatura que clama por curarse, habiendo sido cada vez más expuesta y cuestionada, especialmente desde el siglo XIX, justo en el momento en que amaneció la luz de la Doctrina Espírita, codificada por el misionero Allan Kardec, en 1857.
Representantes de renombre como Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.), San Agustín (354-430), Tomás de Aquino (1225-1274), René Descartes (1596-1650) e Immanuel Kant (1724-1804), solo por nombrar algunos, abogaron por la exclusión de los animales y ecosistemas no humanos de la esfera de la moral humana. Para ellos, los animales solo tenían un valor instrumental. El derecho, la medicina, la antropología y otras ciencias, así como las religiones y filosofías han trivializado el sufrimiento de los animales teniendo como referentes a estos autores, quienes si por un lado contribuyeron al desarrollo del conocimiento humano, por el de los seres no humanos fueron muy dañinos, como veremos a continuación.
Los legados griego, romano y de las religiones
Afectado por este estándar especista, la línea de tiempo de la relación histórica humano vs. animal demuestra que Occidente recibe el legado griego, que estuvo marcado por la progresiva distancia entre el hombre y el mundo natural, con algunas excepciones, por ejemplo, Porfirio, Plutarco y Pitágoras, que prescribieron una relación ética con los animales basada en el vegetarianismo. Tom Regan, filósofo de suma importancia para la defensa de los Derechos de los Animales en la actualidad, menciona a estos autores como los ‘tres puntales’ de los vegetarianos. El neoplatónico Porfirio (233-306 d.C.) incluso escribió el libro “De la abstinencia” y afirmó que tratar de convencer a la gente para que se vuelva vegetariana es como “hablar con vientres que no tienen oídos”. Pitágoras, un vegetariano acérrimo, consideraba aborrecible comer carne. Sin embargo, a pesar de sus posiciones, tal pensamiento no prevaleció, siendo superado por el especismo.
De hecho, prevaleció el pensamiento aristotélico, con su pirámide evolutiva estática, según la cual cada forma ocupa una posición permanente y previamente determinada dentro de una jerarquía natural. En esta concepción, el privilegio del alma era solo el del humano. Todo lo demás que estuviera por debajo fue creado para servirle, relegado a la irracionalidad. De ahí sus conocidas frases:
“La naturaleza hizo a todos los animales gracias al hombre”.
“El hombre es un animal racional”.
Asimismo, Occidente recibe la influencia del legado romano, con su dicotomía persona/cosa, que determinaba que solo ciertas personas humanas podían tener derechos subjetivos, mientras que una “cosa” era solo una entidad subordinada a los derechos subjetivos de alguien. Las mujeres, los niños, los discapacitados mentales, los esclavos y los animales se clasificaron en esta última categoría. “Los animales serían cosas, situadas en el ámbito de los derechos de propiedad”, como afirma Lourenço [8]. La ley brasileña todavía tiene esta rancidez romana. Hoy por hoy, por ejemplo, en el siglo XXI, el Código Civil califica a los animales en la categoría de cosas, propiedades, objetos, bienes muebles.
El último es el legado de las religiones. Obviamente, no todas las religiones o sistemas de creencias son especistas, hay excepciones, como el jainismo, creado en el siglo VI a.C. en la India, solo por mencionar un ejemplo. El jainismo es la séptima religión de la India y tiene aproximadamente 4 millones de seguidores, que son estrictamente vegetarianos porque creen que, al igual que los humanos, las plantas y los animales tienen alma, y todas las almas deben ser tratadas con respeto y compasión. Para ellos, ahimsa (no violencia) con la práctica del vegetarianismo es una forma de eliminar el karma. Sin embargo, sobre todo en Occidente, se diseminó la tradición judeocristiana, que, en este caso, es la que más influyó en el patrón antropocéntrico-especista.
Ocurre que la religión humana, alejada de la divina, demarcó la elevación del hombre como un ser especial, superior y jerárquicamente desapegado del resto de la Creación, hecho a imagen y semejanza de Dios, mientras que las demás criaturas no humanas debían ser dominadas, a instancias del Creador mismo. La interpretación literal y ortodoxa de Génesis 1, 28-31, solo por nombrar un ejemplo, entendió el “[…] DOMINAD sobre los peces marinos, las aves en el cielo y todos los animales que se arrastran sobre la Tierra” como un mandamiento de la explotación y subyugación de los animales, y todo tipo de crueldad contra estos seres se está arrastrando hasta el día de hoy, atribuyéndosele a Dios tal ordenación. Incluso Jesucristo había sido utilizado (y sigue siendo) como fundamento para legitimar la explotación y el consumo de animales, incluso por parte de los espiritistas, como se menciona al comienzo de este texto.
El mandamiento “No matarás” que compone el decálogo también fue interpretado en detrimento de los animales, y esto no solo fue antes de la era cristiana, sino hasta hoy. Se puede leer a San Agustín (354-430) y Tomás de Aquino (1225-1274) argumentando que tal mandamiento no se aplicaba a los animales, según lo escrito en sus obras. [9] Incluso hoy vemos a muchas personas religiosas que apoyan este entendimiento, incluidos los espiritistas, repito. Veamos sus escritos:
San Agustín:
… La falta de razón prohíbe a cualquier sociedad con nosotros, y se deduce que el justo designio de la Providencia hizo que sus vidas y muertes estuvieran disponibles para nuestras necesidades”. [9]
Tomás de Aquino:
“… Se refuta el error de quienes afirman que es pecado que el hombre mate animales irracionales, porque ellos, por providencia, fueron ordenados en el orden natural para el hombre. Por eso el hombre los usa sin herir, ya sea matándolos o usándolos de otra manera”. [9]
Para demostrar el papel del Espiritismo en el replanteamiento de estas ideas, como venimos alertando al movimiento espiritista para que asuma este sagrado deber, veamos lo que dijo Emmanuel en varias obras:
“Los animales tienen su lenguaje, sus afectos, su inteligencia rudimentaria, con innumerables atributos. Son los hermanos más cercanos al hombre, y por eso merecen su protección y amparo”. [2]
“La vida del animal tiene un propósito superior que es el de su propia mejora.” [10].
En ese marco, igualmente argumentó magistralmente el Codificador Allan Kardec:
“El orgullo llevó al hombre a decir que todos los animales fueron creados por su propio bien y para satisfacer sus necesidades. […] Dios, por supuesto, no los creó por capricho de su voluntad, para darse, después, el placer de aniquilarlos, ya que todos tenían vida, instintos, un sentimiento de dolor y bienestar. ¿Con qué fin lo hizo? Con un final que debe haber sido soberanamente sabio…” [11].
En conclusión, es necesario enfatizar un punto crucial para mis cohermanos espíritas, para que empiecen a dar más valor a los mensajes de buen ánimo a favor de la ética animal y para entender cómo el Espiritismo contribuye a la reforma de conceptos religiosos arcaicos que excluyen a los animales de consideraciones ético-morales. La Doctrina Espírita no está de acuerdo con el entendimiento anterior sobre “no matarás” y no solo por Emmanuel o Allan Kardec, SINO POR EL PROPIO JESÚS, segundo rescate del espíritu Humberto de Campos a través de la psicografía de Chico Xavier.
Veamos:
“La ley del pasado dice: No matarás; Yo, sin embargo, les digo que no debemos matar bajo ninguna circunstancia y que es fundamental velar por nuestros impulsos de oprimir a los seres inferiores de la Naturaleza, porque, un día, responderemos a la Justicia del Creador Supremo por las vidas que consumimos”. [12]
Cabe destacar también que el Papa Francisco, líder de la Iglesia Católica, emitió la Encíclica denominada Laudato Si, un tratado ecológico que en un momento aborda el debate anterior. Dice el Papa:
“Hoy la Iglesia no dice, de forma simplista, que otras criaturas están totalmente subordinadas al bien del ser humano, como si no tuvieran un VALOR EN SÍ MISMAS y fuera posible disponer de ellas a nuestra voluntad”. [13]
De todas formas, tan crueles demarcaciones de quienes tienen derecho a ser y no ser, ya sea por los legados grecorromano y judeocristiano, llevaron a los animales a situaciones casi increíbles, que, de no ser por la evidencia histórica, quizás quedarían relegadas a las leyendas urbanas, como se verá a continuación:
La indiferencia moral, el juicio animal y su linchamiento como objetos de odio.
Lamentablemente, las consecuencias de esta construcción de la indiferencia moral hacia los animales hicieron que desde finales de la Edad Media hasta el siglo pasado, existieran una enorme cantidad de juicios que culminaron en condenas animales, ya sea en tribunales laicos o eclesiásticos en todos los rincones. de Europa. Ocurrió lo que podría llamarse Responsabilidad Animal.
“Se juzgaba a ratas, pájaros, topos, saltamontes, perros, cerdos, etc. con todas las formalidades y solemnidades”. [8]
Pero seguramente te estarás preguntando por qué se responsabilizó legalmente a los animales, ya sea por daños a personas o su propiedad. Fue por dicho orden natural. Veamos:
“La muerte del ser humano por una “bestia” trastocaba el orden natural y rompía los mandamientos divinos. Al matar o dañar a una supuesta criatura superior, amenazaban el “orden natural” y (…) negaban la supuesta jerarquía divina de la creación. Los juicios funcionaban con el propósito principal de restaurar el orden perdido”. [8]
El legado de las religiones contribuyó en gran medida al hecho de que los animales fueran vistos como seres creados para servir a los intereses humanos, sin ningún valor o propósito intrínseco. ¿Hará lo mismo el movimiento espiritista con el espiritismo?
De igual crueldad, los animales fueron utilizados como objetos de odio. Algunos miembros de las clases bajas tiranizaban a los animales para vengar los insultos que les obligaban a soportar sus superiores. La tortura animal por parte de la población, en este contexto, era bastante común en toda Europa.
“Lejos de ser una fantasía sádica por parte de unos pocos locos, (…) la crueldad hacia los animales expresaba una profunda corriente de cultura popular”. [8]
Otro autor, Keith Thomas, con su notable obra titulada El hombre y el mundo natural – Cambios de actitud hacia las plantas y los animales (1500-1800), al estudiar la sociedad inglesa de dicho período lo demostró con mucha precisión y para nuestro pesar, con una amplia cita de registros de esa época, la inmensa indiferencia y brutalidad del hombre con los animales y la naturaleza, llegando a registrar que “la crueldad más común, al inicio de la época moderna, fue la INDIFERENCIA. Para la mayoría de las personas, los animales estaban fuera de los términos de referencia moral”. [14].
Aquí vale la pena recordar una declaración del espíritu Lázaro en El Evangelio según el Espiritismo: “La virtud de vuestra generación es la actividad intelectual; su adicción es la indiferencia moral”. [15].
Tal discriminación ética y moral con todo lo que no es humano, de objetivación de los animales y mercantilización de la Naturaleza, llevó a la humanidad a la condición de consumidores voraces de la Tierra, resultando en una crisis ambiental (y moral) sin precedentes. El cambio climático, la escasez de agua dulce, la producción de desechos monumentales, la desertificación del suelo, la destrucción sistemática y rápida de la biodiversidad, la acidez de los océanos, etc. han sido las huellas humanas en el planeta, lo que llevó a los científicos a declarar que estamos promoviendo un ecocidio. [16]
Como soporte de este patrón egoico se inventaron una serie de conceptos antropocéntricos y especistas, ya teóricamente derrocados en la modernidad y por la Doctrina Espírita, aunque todavía no en el corazón humano y en la sociedad. Por ejemplo, que los animales son irracionales, no tienen lenguaje, no tienen inteligencia, no sufren, no sienten, no socializan, no se preocupan por su vida, no tienen alma, no evolucionan, etc., como afirma René Descartes (1596-1650). ) en su teoría animal-máquina:
“El ser humano tiene alma y es capaz de pensar y de utilizar un lenguaje, y los ANIMALES SON MÁQUINAS, AUTOMÁTICAS, ASÍ COMO UN RELOJ, es decir, actúan de forma automática”. [9]
Mientras que los Espíritus que dictaron la Codificación se opusieron a este pensamiento de Descartes, afirmando:
“Los animales no son simples máquinas, como suponéis”. [17]
Así, habiendo esbozado las premisas culturales del especismo, de cómo la Doctrina Espírita contribuyó a su paulatina ruptura y cómo el movimiento espiritista aún no ha asumido su sagrado deber doctrinal, analicemos ahora el artículo del autor.
¿El Espiritismo es especista?
El artículo se publicó en 2011, contiene 60 páginas y puede descargarse en el siguiente enlace: https://portalseer.ufba.br/index.php/RBDA/issue/view/935
Inicialmente, el autor evalúa si es importante abordar la cuestión religiosa para la comprensión del Derecho Animal, concluyendo que sí, ya que la religión es un tema central en la formación del sentido común, un ingrediente poderoso en el caldo cultural, que no puede ser subestimada o descuidada en la investigación del problema de la imagen que la mayoría de los seres humanos tienen de los no humanos y las relaciones que mantienen con ellos.
Asimismo, como presenté anteriormente, el autor esboza los aspectos negativos de las religiones en la formación de la cultura especista y afirma que no hay duda de que si el cristianismo, el islam, el judaísmo y otras religiones (incluso con sus diferencias ontológicas) hubieran abrazado el vegetarianismo y la idea de que toda vida tiene un valor inherente, la situación de los animales y la naturaleza sería mucho mejor.
Destaca que la importancia del aspecto religioso se da por dos motivos, 1º) La opresión humana en relación a los animales puede entenderse, al menos parcialmente, en base a prescripciones religiosas; 2°) La religión puede ser libertaria, abolicionista de la explotación humana antes que a los animales. Destaca que sentimientos como el amor, la caridad, la compasión son sentimientos de extrema importancia para la causa animal.
En este punto, cabe destacar la dedicación del movimiento espiritista a la caridad y el esfuerzo por adquirir las demás virtudes descritas anteriormente. Sin embargo, el hecho es que la predicación y la vivencia de estos preceptos generalmente no se extienden a los animales, a pesar de los muchos mensajes de benefactores espirituales al respecto. Por tanto, avanzando en la conclusión del autor, este comportamiento es especista.
Esto es grave, ya que los espíritus fueron enfáticos al pedir que las nociones de caridad se extendieran también a los hermanos de la Naturaleza. Veamos, literalmente, lo que dijo Emmanuel:
“Reciban como una obligación sagrada el deber de amparar a los animales en la escala progresiva de sus variadas posiciones en el planeta. Extiendan a ellos el concepto de solidaridad, y sus corazones comprenderán, más profundamente, los grandes secretos de la evolución, comprendiendo los maravillosos y dulces misterios de la vida”. [2]
De hecho, los objetivos primordiales del espiritista cristiano son la vivencia de la “Ley de Justicia, Amor y Caridad” y el “Mayor Mandamiento”, que fueron interpretados específicamente por los bienhechores espirituales como capaces de ser vividos plenamente sólo si están incluidos allí. animales y naturaleza. Al respecto, Juana de Angelis advirtió en más de una ocasión que es inherente al proceso de iluminación interior el sacrificio a favor de otras vidas no humanas. Veamos:
“Es a través de su vibración de generosidad que se despliegan sentimientos de benevolencia hacia todos, de simpatía y afecto por todas las formas de vida, incluso si no son sencientes: montañas, piedras y diferentes metales, valles, ríos y mares, bosques y jardines […]. No se puede amar y sentir compasión solo por los seres pensantes, sin correspondencia con los demás que constituyen el orden universal, particularmente en el planeta madre, que es la Tierra”. [18]
Yendo más allá, Juana de Angelis anunció que el amor por los animales, los vegetales y los minerales es una necesidad imperativa si queremos asumir verdaderamente la condición de humanos, no solo en términos de obras de caridad, sino de despliegue de potenciales latentes. Dijo la benefactora:
“Nuevamente, el aspecto de la compasión cobra sentido, ya que la búsqueda de la Naturaleza y sus diversas expresiones, como fases de la evolución de la vida, deben ser consideradas ESENCIALES para lograr alcanzar el SENTIMIENTO DE HUMANIDAD”. El individuo que se apiada del sufrimiento de su prójimo ―vegetal, animal o humano― deseando ayudarlo, SE ILUMINA FÁCILMENTE, frente al conocimiento que tiene en torno al sentido existencial de la vida en la Tierra. Este fenómeno es el resultado de tendencias universales resultantes del proceso de evolución moral, manifestándose en este expresivo sentimiento de compasión, uno de los más altos que la psique humana puede expresar”. [18]
Arrematando, na Codificação, o espírito Vicente de Paulo, justamente no capítulo de O Livro dos Espíritos que trata da “Lei de justiça, Amor e Caridade”, ou seja, aquela que segundo Allan Kardec resume todas as outras Leis Morais, exortou:
Concluyendo, en la Codificación, el espíritu San Vicente de Paúl, exactamente en el capítulo del Libro de los Espíritus que trata de la “Ley de Justicia, Amor y Caridad”, es decir, el que según Allan Kardec resume todas las demás Leyes Morales, exhortaba:
“ Sed dulces y benévolos con todo lo que os sea inferior. Proceded igual con los seres más ínfimos de la Creación, y habréis obedecido a la ley de Dios”. [19]
Entonces, es posible observar que hay una prescripción directa y fundamental de la Doctrina Espírita para la vivencia de una ética animal espiritista, pero, en cambio, el movimiento espiritista no la vive ni la recomienda, es forzoso concluir que el movimiento espiritista es especista.
Volviendo al artículo, para el autor, el Antiguo Testamento definitivamente no es una obra amigable con los animales, ni siquiera acogedora, y mucho menos reconociendo su valor intrínseco. Sin embargo, el análisis del autor está limitado por su interpretación literal, que es solo el primer paso en el análisis de un texto bíblico. Luego, el autor narra que la expulsión del Paraíso fue el resultado de una sugerencia de un animal, una serpiente, “el más astuto de todos los animales de la tierra”, también menciona que las primeras prendas de piel que jamás se hicieron fueron hechas por Dios mismo, quien se los presentó a Adán y Eva cuando dejaron el Paraíso. Y presenta una serie de relatos de sacrificios de animales, culminando en el más famoso que es el de Abraham, quien a punto de matar a su hijo como prueba de obediencia y amor a Dios fue impedido por un ángel y posteriormente atrapó un carnero que estaba cerca y lo sacrificó en lugar de su hijo. Para el autor, la conclusión es clara: la vida del hijo de Abraham, un ser humano, vale más que la vida de un animal; o Dios no acepta el sacrificio de un humano, sino de un animal.
Pasando al Nuevo Testamento, el autor cree que no hay mejora en la situación de los animales, que sigue igual. Y comienza a narrar varios pasajes de los Evangelios y Hechos de los Apóstoles relacionados con los animales y la Naturaleza, solo que, nuevamente, interpretándolos literalmente, lo que perjudica demasiado su comprensión. Cita a Jesús afirmando la superioridad humana sobre los animales, cuando dijo, por ejemplo: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” También menciona el episodio de la higuera, cuando Jesús busca un fruto, pero, como no lo encuentra, maldice y seca la higuera, lo que para el autor demuestra que Jesús no considera que haya un valor intrínseco en la Naturaleza. También narra la ocasión en que Jesús expulsa espíritus de un poseído que gritaba y se hería, y ordena que incorporen en los cerdos, unos dos mil animales, los cuales mueren ahogados.
Estas interpretaciones del autor, aunque limitadas por estar más apegadas a la letra que al espíritu que vivifica, siguen lo que las religiones han hecho y hacen con la figura de Jesús, colocando al Gobernador Planetario como un mero ser humano ordinario indiferente a los valores divinos. animales y ecosistemas, justificando la destrucción de animales en la Encarnación del Amor. Es triste ver al movimiento espiritista haciendo lo mismo, lo que da cabida a que el Espiritismo sea entendido como especista, como lo hizo el autor.
Y, obviamente, el autor cita ese pasaje más utilizado por los espiritistas y miembros de otras religiones para justificar su indiferencia moral hacia los animales y su culto al dios del estómago: “No es lo que entra por la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de la boca”. Lección de las más erróneamente interpretada por los religiosos. Aquí, sobre el pasaje bajo análisis, prefiero traer un extracto de un artículo de mi amiga Naná Ganda, publicado en el MOVE:
“Lo que exteriorizamos es un reflejo de lo que somos por dentro. No tiene sentido culpar a lo que viene del exterior de nuestra “contaminación”. Comer carne de animal no es lo que entra, es lo que sale. Es el deseo de saborear los restos de un animal lo que nos hace poner el bife en el plato. Y es el deseo de no matar lo que nos hace quitarlo del plato.
La voluntad viene de adentro, viene del corazón. Eso es lo que les pasa a los que fuman, a los que beben, a los que se drogan, a los que hieren, a los que se vengan, a los que difaman, a los que corrompen. La voluntad es la fuerza trascendente en relación con todas nuestras imperfecciones. Y para que podamos transformarnos moralmente, principal objetivo del espiritismo, necesitamos identificar lo que viene del corazón, lo que viene de adentro, para que podamos cambiarnos a nosotros mismos y, luego, cambiar nuestra conducta externa. Solo entonces habrá cambio”. [20]
Utilizar a Jesús, Divino Escultor de la Tierra, que “creó lo indispensable para la existencia de todos los seres” [21], un Mesías, que ya superó inconmensurables evos el nivel evolutivo de la fase de humanidad, alcanzando el “nivel más alto de la jerarquía celestial ”[22], cuyo amor no tiene definición en el vocabulario humano, ni mucho menos puede limitarse a una especie, género, color, etnia, religión, nacionalidad específica… cuyo significado de familia se extiende al infinito, es uno de los mayores errores que cometió la humanidad. ¿HAREMOS LOS ESPIRITISTAS LO MISMO?
Finalmente, llegando a la interpretación del autor en relación al Espiritismo, luego de hacer un análisis de las cuestiones del capítulo “Los Tres Reinos” del Libro de los Espíritus, afectado por las limitaciones que expuse al comienzo de este texto, el autor hace elucubraciones fundamentales para concluir que, en en su opinión, el Espiritismo es especista.
Narra, con razón y para nuestra vergüenza, que el tema del alma de los animales “no suele formar parte de los debates y actividades espiritistas”. [1]
Y esto es fácil de ver, basta con investigar el tema animales/vegetarianismo/veganismo en las actividades presenciales y virtuales de federaciones y centros espiritistas (videos, conferencias, seminarios, congresos, actividades infantiles y juveniles, grupos de estudio, revistas, etc.). ¡Desafortunadamente se encontrará muy poco! Casi todas las actividades espiritistas están relacionadas con la especie humana, siendo casi ignoradas las especies no humanas. Por otro lado, son raros los eventos y cantinas espiritistas que tengan la opción de la comida vegetariana, además de que son pocas las instituciones espíritas que permiten u ofrecen tratamiento espiritual a los animales, y las que lo hacen, generalmente sufren todo tipo de prejuicios por parte del movimiento espiritista.
Soy plenamente consciente de que este escenario está cambiando, que el movimiento espiritista ha prestado cada vez más atención a este tema. Sin embargo, estamos todavía muy lejos del ideal, teniendo en cuenta la antigüedad de los mensajes espirituales y la baja calidad de lo poco que se dice sobre los animales en el movimiento espiritista, generalmente diciendo que no hay problemas en el consumo de animales y subproductos y que, si hay problemas… ¡esa no es una preocupación actual, sino para un futuro muy lejano!
En otras palabras, dan a entender que el Consolador Prometido no es para animales, sino solo para humanos. Lo que origina artículos científicos como el analizado, que afirman que el Espiritismo es especista, y que nos obliga a darles la razón, pero con una importante corrección, ya señalada, que EL MOVIMIENTO ESPIRITISTA ES ESPECISTA, NO EL ESPIRITISMO.
Veamos los decires del autor sobre la subordinación del tema del alma de los animales por los espiritistas:
“El tema, sin embargo, no suele ocupar la centralidad de los debates espiritistas, permanece en una posición relativamente secundaria. Por eso, por ejemplo, la mayoría de los espiritistas (como, por cierto, la mayoría de los seres humanos) no se preocupan ni han despertado a los derechos de los animales, a la discusión filosófica, teológica sobre el estado de los animales”. [1]
Y sobre la práctica mediúmnica, el autor hace una advertencia importante para fundamentar su conclusión de que el espiritismo es especista:
Por lo tanto, excepto en algunas casas espiritistas y por regla general para preservar una buena práctica mediúmnica o de oración, se solicita o prohíbe el consumo de carne los días de sesión. De hecho, LA PREOCUPACIÓN NO ES RESPECTO DE LOS ANIMALES, SINO DE LOS HUMANOS, DE LOS ESPÍRITUS”. [1]
Es decir, para el autor no se tienen en cuenta los derechos de los animales y sus legítimos intereses en la vida, ya que se pide no consumirlos no por el bien de los animales en sí, sino por el bien de los humanos. Esta discriminación tiene un nombre que, como hemos visto, se llama especismo.
Por lo expuesto, y rumba a la conclusión, el autor pone al descubierto una triste realidad del movimiento espiritista, del que debemos hacer mea culpa y trabajar urgentemente para cambiar este vergonzoso escenario de negacionismo de la propia Doctrina y de la ciencia.
“El vegetarianismo y el rechazo de artículos de origen animal, como cueros, pieles variadas, NO ES UN PILAR DEL ESPIRITISMO ya que la mayoría de ellos se perciben y ejercen desde sus inicios hasta la actualidad”. [1]
Esto es muy real y contradictorio en el marco del movimiento espiritista, ya que fue en 1941, es decir, hace casi 80 años, que Emmanuel afirmó sin rodeos la importancia del vegetarianismo en la obra clásica El Consolador. Veamos lo que dijo el benefactor sobre el consumo animal:
“La ingestión de las vísceras de los animales es un error de enormes consecuencias, del cual derivan numerosos vicios de la nutrición humana. Es una lástima semejante situación, así mismo porque, si el estado de materialidad de la criatura exige la cooperación de determinadas vitaminas, esos valores nutritivos pueden ser encontrados en los productos de origen vegetal, sin la necesidad absoluta de mataderos y frigoríficos”. [23]
No faltaron lecciones de la Espiritualidad enfatizando que la matanza de animales y su consumo facilita, por ejemplo, la obsesión, el vampirismo, el desenganche prematuro por las energías enfermizas que son absorbidas por el cuerpo espiritual y físico, y que generan enfermedades graves, suicidios indirectos, que los Centros Espiritistas se esfuerzan por ayudar, pero aún sin hacer caso de tales advertencias de los buenos Espíritus, sin utilizar dicha información como aliada a la salud única de humanos y no humanos y, en particular, de toda la Naturaleza.
El espíritu Humberto de Campos, que también recomendó la transición alimentaria al vegetarianismo, llegó a comparar con los caníbales a quienes aún consumen animales:
“Empiece la renovación de sus costumbres con su plato diario. Disminuya gradualmente el deseo de comer carne de animales. El cementerio en la barriga es un tormento después de la gran transición. El lomo de cerdo o el bife de ternera, sazonados con sal y pimienta, no nos alejan mucho de nuestros antepasados, los tamoios y los tapaiós, que se devoraban unos a otros”. [24]
Otro espíritu, Alejandre, de enorme grandeza, enfatiza que el consumo de animales para la obtención de proteínas es un mero pretexto, una excusa, y describe cómo nuestra inteligencia se equivoca al ejercitarla para la cría, comercialización, sacrificio y consumo de animales:
“Con el propósito de buscar recursos proteicos, exterminábamos incontables pollos y carneros, lechones y cabritos. Chupábamos los tejidos musculares, roíamos los huesos. No satisfechos con matar a los pobres seres que nos pedían rutas de progresos y valores educativos para mejorar la Obra del Padre, aumentábamos el refinamiento de la explotación milenaria y a muchos de ellos les infligíamos determinadas molestias, para que nos sirvieran al paladar con la máxima eficiencia. Poníamos al cerdo común en régimen de ceba, y el pobre animal, muchas veces a costa de residuos, debía crear ciertas reservas de gordura, hasta que se postrase totalmente al peso de las grasas enfermas y abundantes. Colocábamos gansos en determinadas condiciones para hacerlos engordar, para que hipertrofiasen el hígado, con el fin de obtener sustanciosas pastas destinadas a manjares que se hicieron famosos, despreocupándonos de las faltas cometidas, pero con la supuesta ventaja, de enriquecer la calidad culinaria. Para que nuestras ollas olieran agradablemente, en nada nos dolía el cuadro conmovedor de las vacas madres en dirección al matadero. Exagerábamos, con toda la responsabilidad de la Ciencia, la necesidad de proteínas y grasas diversas, pero olvidábamos que nuestra inteligencia, tan fértil para el descubrimiento de comodidades y confort, hallaría recursos, sin recurrir a la industria de la muerte, para encontrar nuevos elementos y nuevos medios para conseguir suministros proteicos al organismo. Olvidábamos que el auge de lacticinios para el enriquecimiento de la nutrición es una elevada tarea, pues vendrán tiempos para la Humanidad terrestre en que el establo, como el hogar, será también sagrado”. [25]
Finalmente, concluye el autor, utilizando la jerga espírita tan repetida por nosotros a los cuatro vientos, la de la fe razonada, que lamentablemente ha sido categóricamente ignorada por el movimiento espírita en cuanto a la relación humana con los animales y el medio ambiente, negando las muchísimas opiniones científicas que demuestran que ya no necesitamos alimentarnos de nuestros hermanos menores y productos derivados de su explotación, y que, de hecho, nos han traído daños espirituales, ambientales, sociales, políticos y ético-morales. El autor narra:
En El libro de los médiums se filtra así el epígrafe: “La fe inquebrantable es solo aquella capaz de enfrentarse a la razón cara a cara en todos los tiempos de la humanidad”. Por tanto, la fe seguirá siendo puesta a prueba ante la razón. Pero no solo de la razón, como muchas veces se concibe y, en este campo, considerada insuficiente. La fe debe poder sonreír ante la sensibilidad. Después de todo, la fe se presenta como una excelente mezcla de razón y sentimiento”. [1]
Traduciendo, el autor advierte que la razón que ignora las recomendaciones de la ciencia y su propia doctrina está enferma y que la fe que no se sensibiliza ante la crueldad hacia los animales está ciega.
El momento es grave, los bosques arden, los animales caen, los océanos lloran, la Tierra lucha por respirar…, y el hombre pierde el rumbo de la vida instrumentalizando a los animales y la Naturaleza. Por tanto, pidamos a Jesús y Francisco de Assis el apoyo necesario para que juntos podamos asumir este deber sagrado como movimiento espiritista y empezar a enseñar el amor a todas las formas de vida en nuestros espacios espiritistas, atendiendo a la Ética Animal Espírita, propuesta que estamos ofreciendo al movimiento espírita, lo que significa:
Conducta moral que incluye el esfuerzo por experimentar la ley de Dios no solo teniendo en cuenta el bien de los seres humanos, sino también de los no humanos y de toda la Naturaleza. En consecuencia, implica un esfuerzo paulatino y colectivo por el cambio de hábitos personales y en los espacios espiritistas, mediante la adopción de una estricta alimentación vegetariana, el consumo de productos ecológicos, la oferta de tratamiento a los animales y la enseñanza de la ética animal desde las actividades para niños.
¡Que unamos nuestras manos para ponerlo en práctica!
Tenemos la bendición de Dios para esta tarea de Amor hacia todas las criaturas.
Sigamos…
Referencias:
[1] OLIVEIRA, F. C. S. Especismo Religioso. Revista Brasileira de Direito Animal, 8, p. 161-220. encurtador.com.br/lGV48
[2] XAVIER, F. C.; EMMANUEL (Espíritu). Emmanuel. 28 ed. 5 imp. Brasília: FEB, 2016. 208 p. Capítulo 17 “Sobre los animales”, pp. 109-113.
[3] XAVIER, F. C.; CASIMIRO CUNHA (Espíritu). Cartilha da Natureza: A Criação. [Cuadernillo de la Naturaleza: La creación]. Rio de Janeiro: FEB, 2008. 96 p. Capítulo “Los animales”, pp. 25.
[4] XAVIER, F. C.; ANDRÉ LUIZ (Espíritu). Misioneros de la Luz. 1ª ed., 2007. Derechos de autor cedidos gratuitamente por la Federación Espírita Brasileña. 352 p. Capítulo 4 “Vampirismo”, pp. 38-48, por el benefactor Alejandro. Acceso el 14-03-2020 https://rb.gy/axviv9
[5] encurtador.com.br/wxABG
[6] SINGER, Peter. Libertação Animal. [Liberación animal]. Porto Alegre: Lugano, 2004.
[7] KARDEC, A. El libro de los Espíritus. Trad.: José María Fernández Colavida. Ed. digital, FEE, set. 2018. 497 pp. Acceso el 26-06-2020 https://url2.cl/9g7wk
[8] LOURENÇO, D. B. Direito dos animais: fundamentação e novas perspectivas. [Derecho animal: justificación y nuevas perspectivas.]. Porto Alegre: Sérgio Antonio Fabris Editor, 2008.
[9] SUSIN, L. C.; ZAMPIERI, G. A vida dos outros: ética e teologia da libertação animal. [La vida de los demás: ética y teología de la liberación animal]. São Paulo: Paulinas, 2015.
[10] XAVIER, F. C.; EMMANUEL (Espíritu). El Consolador. Cap. 2 “Filosofía”, item 2.1. “Vida”, subítem 2.1.1. “Aprendizaje, pregunta 128, p. 43. Trad. Henry Chara. Edición digital. 122 p. Acceso el 15-06-2020 https://bit.ly/2Y2U5j1
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[12] XAVIER, F. C.; IRMÃO X (Espírito). Pontos e Contos. [Puntos y cuentos]. 13 ed. 2 imp. Brasília: FEB, 2016. 270 p. Capítulo 33 “La disertación inacabada”, pp. 166.
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[14] THOMAS, Keith. O homem e o mundo natural – mudanças de atitude em relação às plantas e aos animais (1500-1800). [El hombre y el mundo natural: cambios de actitud con relación a las plantas y los animales]. São Paulo: Companhia das Letras, 1988.
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[21] XAVIER, F. C.; EMMANUEL (Espíritu). A Camino de la Luz. Versión digital. Federación Espírita Española. 105 p. Capítulo 1: Génesis planetaria”, ítem “El divino escultor”, p. 10. Acceso el 23-06-2020 https://bit.ly/2CAwU7p
[22] KARDEC, A. Revista Espírita 1866-1869. Instrucciones de los Espíritus. Los mesías del Espiritismo. Respuesta del espíritu Lacordaire. Edición digital. 1.a ed, junio de 2010, Quito, Ecuador. Acceso el 01-07-2020 https://url2.cl/iSa67
[23] XAVIER, F. C.; EMMANUEL (Espíritu). El Consolador. Versión digital. Trad. Enry Chara. 122 p. Capítulo 2 “Filosofía”, ítem 2.1. “Vida”, subítem 2.1.1. “Aprendizaje”, pregunta 129, pp. 43. Acceso el 19-06-2020. https://bit.ly/2Y2U5j1
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[25] XAVIER, F. C.; ANDRÉ LUIZ (Espíritu). Misioneros de la Luz. 1ª ed., 2007. Derechos de autor cedidos gratuitamente por la Federación Espírita Brasileña. 352 p. Capítulo 4, “Vampirismo”. Acceso el 14-03-2020 https://rb.gy/axviv9