Card #65: “Dios se manifiesta, de la raíz de la floresta a los horizontes de añil”.

¿Hemos visto a Dios en la naturaleza?

La literatura espírita es amplia en el tema del respeto a la Naturaleza. Son muchos los benefactores espirituales que nos invitan a desarrollar la consideración moral por los animales, bosques, montañas, ríos y mares… Un verdadero tributo a la Madre Tierra.

El espíritu Casimiro Cunha, con su habilidad poética, recitó:

«Conserva y ama el paisaje

donde nació tu sueño.

la tierra bondadosa y abundante

Es otra madre que Dios te dio».

XAVIER, F. C.; CASIMIRO CUNHA (Espíritu). Cartas del Evangelio. Capítulo «Carta a los hombres del campo».

Sí, la Tierra es Madre, nuestro nido de calidez y progreso espiritual. En el inolvidable Cántico de las criaturas, Francisco de Asís así la llamó:

«Alabado seas, mi Señor,

por la hermana nuestra madre tierra,

la cual nos sostiene y gobierna…»

https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A1ntico_de_las_criaturas

Además de las prescripciones prácticas sobre la renovación de los hábitos alimenticios para una dieta vegetariana, el apoyo a los movimientos de protección del medio ambiente e incluso el uso de recursos terapéuticos espiritistas (como los de carácter mediúmnico) para ayudar a los animales, los espíritus destacaron repetidamente la necesidad de aprender la Ley de Dios a través de la comunión con la Naturaleza.

Emmanuel, en distintas ocasiones, enfatizó que «es en la naturaleza donde se manifiesta la inteligencia divina» [1]. 

En El Libro de los Espíritus, leemos a los Inmortales destacando la ley de la unidad: «Reconoced la grandeza de Dios en esa admirable armonía que hace que en la Naturaleza todo sea solidario». [2].

Otro espíritu, André Luiz, destacó la interdependencia entre todos los seres: «Saquemos de los escenarios naturales las lecciones que son esenciales para nuestras vidas. Somos interdependientes. No vivimos en paz sin construir la paz de los demás. Tenemos roles específicos. Existimos para colaborar en el progreso de la Creación, construyendo el bien para todas las criaturas». [3].

Por su parte, Léon Denis ilustró magistralmente la comunión con Dios a través de la Naturaleza:

«En las almas evolucionadas el sentimiento de la solidaridad llega a ser tan intenso, que se trueca en una comunión perpetua con todos los seres y con Dios. El alma pura comulga con la Naturaleza entera; se embriaga con los esplendores de esta obra infinita. Todo, los astros del cielo, las flores de la pradera, el murmullo del agua en los arroyuelos, la variedad de los paisajes terrestres, los horizontes esfumados del mar, la serenidad de los espacios, todo le habla un armonioso lenguaje. En todas estas cosas visibles el alma atenta descubre una manifestación del pensamiento invisible que anima al Cosmos. Éste reviste para ella un aspecto seductor; es el teatro de la vida y de la comunión universal, comunión de los seres entre sí y de éstos con Dios, su Padre». [4]

Sin embargo, hemos devastado el planeta que habitamos actualmente, como usufructuarios de sus beneficios, indiferentes a su amor de Madre.

El calentamiento global, la acidificación de los océanos, la deforestación, la desertificación, las pandemias y la extinción masiva de especies animales, por ejemplo, han provocado un número creciente de eventos extremos con consecuencias dramáticas para los propios seres humanos, especialmente los más empobrecidos, que pagan el precio más alto.

Debemos aprender a ver, escuchar, sentir y contemplar la sabiduría y la bondad de Dios en la Madre Naturaleza, desde los elementos más pequeños, si queremos realmente evolucionar y disfrutar del bienestar físico y espiritual. En este sentido, Juana de Angelis narró: «la búsqueda de la Naturaleza y sus diversas expresiones, como fases de la evolución de la vida, debe considerarse imprescindible para lograr el sentimiento de humanidad. No es posible amar y sentir compasión solo por los seres pensantes, sin correspondencia con los demás que constituyen el orden universal, particularmente en el planeta madre, que es la Tierra». [5]

Por eso, qué hermosa es la poesía del espíritu João de Deus, que evocamos como inspiración para evolucionar nuestra relación con la Naturaleza:

«El libro de la naturaleza,

lleno de resplandores

con hermosos jardines

abierta en mil flores;

Es el libro sublime y vivo

En el que Dios se manifiesta,

de la raíz de la floresta

a los horizontes de añil».

XAVIER, F. C.; JUAN DE DIOS (Espíritu). Jardín de infancia. Capítulo «Naturaleza»:

Referencias:

1) XAVIER, F. C.; EMMANUEL (Espíritu). El Consolador. Capítulo 1 «Ciencia», ítem 1.1. «Ciencias fundamentales», subtema 1.1.2. «Física», pregunta 17. Trad. Henry Chara. Edición digital. 122 p. Acceso el 15-06-2020 https://cursoespirita.com/wp-content/uploads/El-Consolador.pdf 

2) KARDEC, A. El libro de los Espíritus. Cap. XI. Pregunta 607. Trad.: José María Fernández Colavida. Ed. digital, FEE, set. 2018. Acceso el 26-06-2020 https://tinyurl.com/y6x5uljn 

3) XAVIER, F. C.; Diversos Espíritus. Ideal espírita. Capítulo «Oyendo a la Naturaleza» (Espírito André Luiz).

4) DENIS, L. El gran enigma. 1ª parte, cap. 3, «Solidaridad: comunión universal», p. 18-22. 1a. ed. digital. FEE, ene. 2006. 104 p. Acceso el 26-06-2020 https://tinyurl.com/yylnboj5    

5) FRANCO, D. P.; JUANA DE ANGELIS (Espíritu). Encuentro con la paz y la salud. LEAL, 2018. 248 p. Capítulo 10 «En busca de la iluminación interior», ítem «Proceso de autoiluminación».

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