Artículo #22: LEY DEL TRABAJO Y LOS ANIMALES: una reflexión histórica y espírita
El orgullo ha hecho decir al hombre que todos los animales han sido creados para su servicio y para sus necesidades”. (Allan Kardec, en La Génesis, capítulo VII, ítem 32).
Comencé a escribir este artículo el 13 de mayo de 2020, la fecha en que recordamos la firma de la Ley Dorada, adoptada en 1888, que marca el final de la legalización de la esclavitud en Brasil. Para desarrollar el razonamiento sobre el trabajo de los animales, traigo algunas consideraciones sobre la esclavitud humana, limitadas a las de los africanos en Brasil, conscientes de que el tema es profundo y que será observado apenas en la superficie.
La tradición del trabajo esclavo fue tan fuerte en el período de la colonia de Brasil que la esclavitud se consideró indispensable para la prosperidad del país. Tanto es así que el proceso de “liberación” de los esclavos tomó casi un siglo y fue sumamente complejo y conflictivo.
Los esclavos fueron vistos como indispensables para el mantenimiento de la economía y su liberación fue vista como algo indeseable por los detentores del poder en aquel momento (poder económico, político y religioso). La exploración de vidas era algo muy rentable, era el sector más próspero de la sociedad brasileña.
Trayendo aquí un párrafo del libro “Brasil: una biografía”, del capítulo en el que las autoras abordan el sistema de esclavos y la naturalización de la violencia, podemos sentir esta realidad:
“El jesuita Antonil, dueño de frases tan sintéticas como crueles, definió a los esclavos como ‘las manos y los pies del dueño del molino, porque sin ellos Brasil no es posible construir, conservar e incrementar la granja, ni tener el ingenio actual’. Real base de la sociedad, los esclavos llegaron a constituir, en regiones como el Recôncavo, en Bahía, más del 75% de la población”. [1]
Es bueno aquí trazar una breve línea de tiempo, porque, como ya se dijo, el camino que condujo a la Ley Dorada comenzó mucho antes. El cambio concerniente a la comprensión del dominio de la vida de otros seres, en este caso, el de los esclavos humanos traídos de países del continente africano, tuvo lugar mediante un largo proceso.
En 1831, la Asamblea General de Brasil (el Parlamento brasileño en el período de la Regencia), presionada por Inglaterra, aprobó una ley, conocida como la “Ley Feijó”, que declaraba que los africanos que ingresan al país, a partir de su validez, serían considerados libres. A los ruralistas de la época no les gustó y, por lo tanto, no la cumplieron. De ahí la expresión “para que el inglés lo vea”, porque, en la práctica, todo seguía igual. A pesar de esto, la ley denunció la injusticia del sistema e inició un importante proceso de cambio. [2]
Sucedió que, al contrario de lo que pretendía Brasil, ¡los ingleses no solo vieron, sino que también tomaron medidas! Fue cuando, en 1845, Inglaterra aprobó “Bill Aberdeen”, que autorizó al escuadrón británico a arrestar barcos esclavos y juzgar a sus tripulantes como piratas. Por supuesto, los poderosos en Brasil protestaron. Para resolver el problema, en 1850, Eusébio de Queiroz, Ministro de Justicia, aprobó una ley, que se conoció por su nombre, extinguiendo la trata de esclavos y asestando un duro golpe a las ganancias de ese negocio espurio, que era el mayor negocio brasileño de aquel momento, dado que que representaba la mitad de todas las importaciones.
Después todavía tuvimos en 1871 la Ley del Vientre Libre, que declaró libres a los hijos de esclavos nacidos después de esa fecha, y en 1885 la Ley de los Sexagenarios llegó emancipando a los mayores de sesenta años. Solo después de todas estas leyes y muchos debates, discusiones, disturbios y revueltas surgió la Ley Dorada.
Aquí, invito al lector amigo a detenerse y reflexionar sobre nuestra situación actual en relación con los animales, especialmente con respecto a los que se dice que son “consumidos” (vaca, pollo, cerdo, búfalo, pescado y otros animales criados en grupos), considerados indispensables para la alimentación humana y la economía del país.
El Código Civil brasileño de 2002 establece en su texto, en el artículo 1.444, que “pueden ser objeto de garantía los animales que forman parte de las actividades pastorales, agrícolas o lácteas” y continúa, en el artículo 1,447, que “pueden ser objeto de garantía las máquinas, aparatos, materiales, instrumentos, instalados y en funcionamiento, con o sin accesorios; animales, utilizados en la industria; sal y bienes destinados a la explotación de salinas; productos porcinos, animales destinados a la industrialización de carne y productos derivados; materias primas y productos industrializados”. [3] (destacados nuestros).
Es fácil ver que las vidas de estos animales están siendo tratadas como objetos, similares a las máquinas. Son tratados por ley de manera similar. Algo similar a lo que sucedió con la vida de nuestros hermanos en el continente africano traídos a Brasil en barcos esclavos en el siglo pasado.
En el prefacio del libro “Las aboliciones de la esclavitud en Brasil y en el mundo”, el historiador y profesor de Sorocaba Jaime Pinsky hace una consideración extraordinaria: “la abolición de la esclavitud no fue solo otro hecho histórico. Fue un reencuentro del ser humano con su propia humanidad. Los esclavos dejaron de ser tratados simplemente como objetos..”[4]. ¿Parecido, no?
El historiador francés autor de la obra antes mencionada, Marcel Dorigny, cita un extracto de un discurso de Agénor de Gasparin, un estadista abolicionista francés que incluso experimentó con las mesas giratorias e influyó en los estudios de William Crookes y Camille Flammarion [5]. En un debate parlamentario desarrollado en abril de 1845, en respuesta a los defensores de la esclavitud en las colonias, quienes afirmaron que los esclavos estaban felices, Agénor, ironizándolos, declaró:
¡Miren a estas felices criaturas! Se venden en la feria. Solo en Guadalupe, en 15 años, se vendió más de un tercio de la población esclava, 38 mil esclavos de 90 mil. ¡Los esclavos son felices! Y huyen, huyen de todas partes. (…) ¡Ustedes tienes miedo, entonces, de que huirán de esta realidad que tanto alardean!”. [6]
Como sucedió allí, hoy vivimos un movimiento que reclama el bienestar de los animales dominados por el hombre. ¡Se dice que están felices “trabajando” para nosotros!
Es la irónica de la publicidad de los huevos de las gallinas felices, porque estarían en un estado de libertad. Es el cerdo feliz que da su cara en el paquete de chorizos, el pollo feliz que ofrece a sus parientes en el comercial de televisión, la vaca feliz que hace queso y chocolate. Como en aquellos tiempos, los defensores de la esclavitud animal quieren que creamos que los animales son felices a pesar de que son explotados y se les quitan sus libertades.
Es innegable que los animales también están siendo tratados como objetos. No se consideran vidas, simplemente “trabajan” para los hombres, generan fortunas para quienes las explotan. Parafraseando a Agénor de Gasparin: ¡Son criaturas felices! Y, en el lenguaje de hoy, #sqn.
También debemos recordar que, incluso hoy, en el año 2020, hay barcos en los océanos, que salen de los puertos brasileños llevando criaturas sencientes en nombre del “progreso” y los intereses personales de los propietarios de hoy. A las criaturas que se embarca en ellas se las separa de sus familias, se las sitúa en una situación extremadamente poco saludable y se las considera productos. Al igual que con los africanos que fueron traídos a Brasil, ahora es Brasil el que envía vidas sencientes en barcos a otros países, para servir a los hombres como verdaderos esclavos. Los barcos ya no son de esclavos, sino de ganado vacuno. [7]
La escena se repite en aviones, en automóviles, en camiones. Son criaturas que se parecen a alguien que pregunta por qué son tan insensibles a sus vidas, por qué son tratados tan insensiblemente. Cerdas que van en camiones después de una vida en cautiverio, para ser transformadas en comidas humanas. Caballos transportados lujosamente para servir como premio al orgullo humano, después de colocar a sus amos en el podio de la competencia, o aquellos, a menudo “retirados”, alineados en aviones que se dirigen a otros países donde se aprecia su carne.
Hablando de caballos, también hay animales que “trabajan” como medio de transporte. Caballos, burros, asnos. ¿Quién nunca ha visto un carro tirado por un animal flaco, mientras un humano está sentado detrás, ordenando a su sirviente que lo lleve con sus cosas. Escenas que debemos enfrentar, sin juzgar, pero practicando el discernimiento. Están allí y necesitan ser vistos.
¿Qué pasa con los concursos de belleza animal? Gatos, perros, incluso gallinas, se exponen en concursos de belleza para que sus amos reciban recompensas y notoriedad. Todos esclavizados por manos humanas, con el pretexto de que tendríamos este derecho de usar sus vidas.
Continuando con la línea de razonamiento, podemos reflexionar sobre los perros que “trabajan” para el hombre cuando son comercializados, separados con etiquetas y sellos distintivos de garantía de origen (pedigrí); los animales salvajes que se venden, después de ser retirados de sus hábitats y sus familias. Las aves son secuestradas en sus vuelos, guacamayos azules colocados en jaulas para ser admirados por los ojos humanos. Especies exóticas atrapadas en zoológicos, para que la especie humana pueda ser entretenida. Ballenas confinadas en pequeños tanques para que los turistas vean programas en los que el actor secundario es un humano.
Muchos animales son víctimas del tráfico y el comercio ilegal, muchos otros son legalmente considerados propiedad de sus amos, porque de esta manera, se les considera útiles. Su trabajo se considera indispensable para la economía y la sociedad, con el sello de “cultura”.
Hay animales que sirven a los hombres con consecuencias fraternas, sin duda. Este es el caso de los perros guía, perros rastreadores, caballos terapeutas. Incluso las llamadas mascotas, “pets“, que comúnmente son perros y gatos. Son verdaderos compañeros para aquellos que saben amarlos. Pero los animales tratados con dignidad, como individuos, constituyen la minoría. ¿Cuántas escenas de maltrato de perros y gatos se conocen hoy gracias a las facilidades de la tecnología? ¡Que nos sirva de reflexión a cada uno de nosotros!
¿Será que estas situaciones descritas en los párrafos anteriores demuestran la aplicación de la Ley del Trabajo para los animales? Cooperación o dominación, ¿cuál dicta las reglas de nuestra relación con los animales? ¿Qué respuestas podemos encontrar en la doctrina espírita sobre la Ley del Trabajo y los animales?
Regresemos rápidamente a la línea de tiempo trazada al comienzo del artículo.
Alrededor de 1853, en París, Francia, comenzó el fenómeno de las “mesas giratorias”. Siendo un gran investigador, Hippolyte Léon Denizard Rivail se dedicó al estudio de estos fenómenos y en 1857, como Allan Kardec, publicó el trabajo “El libro de los espíritus”.
Es cierto que, unos años antes, en 1848, se decretó el fin de la esclavitud en las colonias francesas y el tema aún era efervescente en la ciudad luz. En muchos lugares, incluso en Brasil, la esclavitud de las personas seguía siendo una práctica legal.
Es importante tener en cuenta que en Francia la primera experiencia abolicionista tuvo lugar en febrero de 1794, en relación con la esclavitud en el país. Es conocido el confuso proceso que involucra al tema, particularmente con respecto a las colonias francesas, pero la élite intelectual de la época, a la que pertenecía Allan Kardec, era abolicionista.
De acuerdo. ¿Y qué dice el Libro de los Espíritus sobre la esclavitud?
En la pregunta 829, encontramos la siguiente pregunta: “¿Hay hombres que, por naturaleza, están destinados a ser propiedad de otros hombres?” La respuesta que sigue es cierta: «Toda sujeción absoluta de un hombre a otro es contraria a la ley de Dios. La esclavitud es un abuso de fuerza, que desaparecerá con el progreso, como desaparecerán poco a poco todos los abusos» (destacado nuestro) [8].
Lo que vemos en las preguntas que siguen a la pregunta 829 son especulaciones sobre las costumbres de las personas en aquella época, la idea de la desigualdad en las aptitudes naturales, la culpa disminuida por el “buen trato”, todos los argumentos utilizados en relación con la esclavitud humana y, actualmente, la de los animales En sus respuestas, los espíritus ya citan los ejemplos de animales como una forma de comparar la explotación del trabajo y la privación del derecho a pertenecer a sí mismos (pregunta 832).
Lo que pretendo con esta narrativa es que el lector reflexione sobre los procesos de cambio social, sobre el tiempo que exige y sobre las luchas involucradas en el despertar de la humanidad hacia los demás. El siglo pasado estuvo en relación con la esclavitud humana. Hoy se expande, abarcando no solo a los humanos que aún son explotados de varias maneras (incluso en actividades que explotan a los animales), sino también a otras vidas sensibles que son abusadas, sin el derecho de pertenecer a ellos mismos. La liberación animal es parte de la liberación humana. Es parte de la construcción de una sociedad fraterna, como nos enseña Jesucristo.
Así como el mundo creyó durante mucho tiempo que los esclavos (no solo los africanos traídos a Brasil) eran indispensables para el mantenimiento de la sociedad, el mundo de hoy, en su mayor parte, cree que el dominio sobre los animales es necesario. Algunos dicen, como se recuerda bien en el punto 32 del capítulo VII de El Génesis, que es el derecho de los hombres, por determinación divina, dominar la vida de los animales. Confunden el trabajo con la esclavitud. Confunden vivir con explorar.
En el ambiente espiritista es común escuchar que los animales cumplen con la Ley del Trabajo cuando sirven al hombre en sus distintas formas. ¿Pero los animales obedecen la Ley del trabajo cuando están dominados por humanos o hay otras formas de trabajar?
En la pregunta 677 del Libro de los Espíritus, en el capítulo sobre la Ley del Trabajo, encontramos la respuesta. La pregunta es “¿por qué la naturaleza misma satisface todas las necesidades de los animales?” Y la respuesta es un brindis por el abolicionismo animal:
“Todo en la naturaleza trabaja. Los animales trabajan como tú, pero su trabajo, como su inteligencia, se limita al cuidado de su conservación, por eso, entre ellos, el trabajo no conduce al progreso, mientras que, en el hombre, tiene un doble propósito: la conservación del cuerpo y el desarrollo del pensamiento, que también es una necesidad y que lo eleva por encima de sí mismo. Cuando digo que el trabajo de los animales se limita al cuidado de su conservación, entiendo el propósito por el cual se proponen trabajando; pero ellos son, inconscientemente, y todo lo que proporciona sus necesidades materiales, agentes que secundan las miras del Creador, y su trabajo no deja de concurrir al objetivo final de la Naturaleza, aunque, muy a menudo, no descubráis vosotros el resultado inmediato”. (énfasis nuestro) [9]
Hacia donde miramos vemos seres trabajando. Las piedras trabajan. El sol, las aguas, el aire, la tierra, el fuego, trabajan. Los árboles trabajan. Las lombrices de tierra trabajan. La hormiga que lleva un pequeño pedazo de hoja está trabajando. El pájaro que besa la flor está trabajando. La gallina devoradora de escorpiones está trabajando. Los escorpiones están trabajando. El león que caza un ciervo está trabajando. El buitre volando sobre el cadáver de los ciervos está trabajando. La vaca, en su entorno natural, está trabajando.
Emmanuel nos ofrece, en forma de poesía, en el mismo sentido:
“Todo lo que nos rodea es un cántico de trabajo en donaciones de Eterna Bondad que se evidencia en el mundo de mil maneras diferentes en cada momento de nuestras vidas…
Por amar, en nombre del Padre Misericordioso,
sirve al sol sustentando a todas las criaturas;
sirve el suelo alimentando la siembra;
sirve la nube creando lluvia beneficiosa;
sirve el viento, al servicio de benditas fecundaciones;
sirve el árbol para que se consolide el bienestar del hombre;
sirve la flor preparando la cosecha;
sirve la fuente ayudando a la tierra necesitada;
sirve la piedra garantizando la seguridad del hogar;
sirve el pájaro cooperando con el granjero;
sirve el mar, al río, el abono, el fuego… “[10]
Es interesante observar la dificultad de imaginar a algunos animales trabajando en su entorno natural, aparte de lo que creamos para ellos, a través de nuestra intervención. ¿Cuál será el trabajo normal de un cerdo, por ejemplo? Como lo hicimos con los perros hace milenios, modificamos la forma de vida de muchos animales para que pudieran colaborar con nuestras vidas. El tema es que hemos pasado del punto de cooperación y hemos llegado a dominarlos. De hermanos menores, comenzamos a tratarlos como esclavos.
En la inmensidad de lo que podemos hacer con nuestra inteligencia, confundimos el trabajo con el dominio. Dominamos a algunas especies de animales para que “trabajen” para nosotros, para que podamos ganar con sus vidas, con el tiempo de su existencia. Al ponerles un precio a sus vidas, ignoramos sus propósitos divinos. No respetamos el trabajo que, de hecho, es su trabajo: la conservación misma. En verdad, los animales obedecen la Ley del Trabajo por su simple existencia: es suficiente ser respetados en sus funciones naturales dentro del sistema del cual también somos parte.
Sin embargo, nuestra arrogancia como especie dominante está poniendo en peligro la existencia de muchos animales, incluida nuestra propia especie. Todos somos parte de un complejo e increíble sistema de vida. Como estudia la ecología, todos los seres vivos existentes están relacionados entre sí y con el medio ambiente que los rodea.
El periodista y activista espiritista, André Trigueiro, en el libro “Espiritismo y ecología”, trae una consideración importante sobre el proceso de conocimiento de esta ciencia al citar los estudios del biólogo austríaco Ludwig von Bertalanffy, quien en 1937 propuso un cambio radical en la ciencia ecológica:
“Al oponerse al reduccionismo cartesiano, desarrolló la Teoría general de los sistemas, proponiendo que el medio ambiente fuera visto como una totalidad integrada y enfatizando la interrelación e interdependencia entre sus componentes, lo que imposibilitaría estudiar sus elementos de forma aislada. El autor definió un sistema como un conjunto de elementos interdependientes que interactúan, con objetivos comunes, formando un todo mayor que la suma de las partes, y en el que cada uno de los elementos componentes se comporta, a su vez, como un sistema, cuyo resultado es mayor que el resultado que podrían tener las unidades si funcionaran independientemente. Para Bertalanffy, la necesidad de un enfoque sistémico de la realidad surgió debido a los cambios en la sociedad”. [11] (destacado nuestro).
¡Una vez más la importancia de los cambios en la sociedad! Así fue con el tratamiento ofrecido a los hombres que fueron víctimas de la esclavitud y ahora es necesario en relación con nuestro comportamiento hacia las otras vidas que comparten el planeta con nosotros. Observemos que todos estamos conectados a través de hilos invisibles, que todos somos parte de la Naturaleza y que necesitamos equilibrio, con cada ser vivo trabajando en lo que fue convocado por la Inteligencia Suprema, para que podamos vivir juntos y dar algunos pasos en el viaje evolutivo en el que todos estamos inscriptos.
En este dirección apunta la respuesta a la pregunta 604 del Libro de los Espíritus, en el ítem sobre animales y hombre:
«Todo se encadena en la naturaleza por lazos que no podéis ver aún, y las cosas en apariencia más disparatadas tienen puntos de contacto que nunca llegará a comprender el hombre en su actual estado. Puede entreverlas por un esfuerzo de su inteligencia; pero solo cuando ésta haya adquirido todo su desarrollo y se haya emancipado de las preocupaciones del orgullo y de la ignorancia, podrá ver claramente la obra de Dios. Hasta entonces sus ideas limitadas le harán ver las cosas bajo un aspecto mezquino y restringido. Entended bien que Dios no puede contradecirse, y que en la naturaleza todo se armoniza por medio de leyes generales, que nunca se separan de la sublime sabiduría del Creador”. [12] (destacados nuestros).
Y continúa en la pregunta 607:
“En esa admirable armonía que hace que todo sea solidario en la naturaleza, reconoced la grandeza de Dios. Creer que Él haya podido hacer algo sin objeto y crear seres inteligentes sin porvenir, sería blasfemar de su bondad, que se extiende a todas sus criaturas”. [13] (destacados nuestros)
Estas declaraciones son incluso anteriores a la aparición de la ciencia de la ecología, que tuvo lugar en 1866 por iniciativa de Ernest Haeckel.
Quizás el trabajo de nuestros hermanos animales, especialmente aquellos que “producimos”, también es ayudarnos a identificar nuestro orgullo y nuestra ignorancia para que, algún día, podamos tener acceso a esta inteligencia anunciada por los espíritus ya en 1857. Son verdaderos maestros, que nos enseñan paciencia, perdón, mansedumbre, alegría en la adversidad. Están esclavizados, pero aún usan el lenguaje del amor para despertar el amor que habita en nosotros. Con ojos y sonidos, que no podemos descifrar, dicen más que cualquier palabra.
Y hablando de estos animales que “producimos” para satisfacer nuestras elecciones alimentarias, es cierto que, al actuar como sus amos, estamos interfiriendo de manera irresponsable en el equilibrio planetario. Nada más mirar la cantidad de animales que son criados, literalmente miles de millones, para ser sacrificados en nombre de la alimentación.
Sin lugar a dudas es en esta industria de la muerte, como se refiere el benefactor Alejandro en la obra “Misioneros de la Luz”, de André Luiz, psicografiada por Chico Xavier [14], que nuestros hermanos menores “trabajan” más.
Antes de reflexionar sobre las cifras de esta industria, es necesaria una consideración. Al momento de escribir este artículo, el Planeta se enfrenta a una batalla contra un virus, cuyo origen, muy probablemente, radica en el consumo de carne de animales salvajes comercializados en un mercado en una ciudad china. ¡Desde allí llegó a toda la humanidad! Estamos hablando, entonces, de un fuerte ejemplo de interrelación e interdependencia de todo el sistema de vida que forma la Tierra y nuestra insensatez.
Ahora vamos a la realidad del “trabajo” que estamos imponiendo a algunos animales, cuyas especies elegimos para servir como alimento. Traigo estos números aquí para que podamos tener una dimensión de esclavitud que ocurre hoy y porque, como dijo nuestro Señor Jesucristo, “conocerán la Verdad y la Verdad los hará libres” (Juan, 8:32).
Solo en 2019, 32.436.000 bovinos, 46,331.000 cerdos y 5.805.393.000 pollos fueron sacrificados oficialmente en Brasil, según el IBGE [15]. De 1970 a 2006, utilizando nuestra inteligencia, duplicamos el número de animales en establecimientos agrícolas, de 120 millones a 240 millones [16] y si sumamos los números en 2019 (5.884.160.000 – casi 6 mil millones de animales sacrificados legalmente) nos daremos cuenta de que la situación solo empeora. Son aquellos animales que hicimos referencia al comienzo de la reflexión, los llamados “de consumo” (vaca, pollo, cerdo, búfalo y otros animales criados en grupos), considerados indispensables para la alimentación humana y para la economía del país. Y esa cuenta no incluye peces, que actualmente sufren una actividad depredatoria y que también se crían en granjas, en tanques.
Además, estas cifras son solo de Brasil. No es broma lo que estamos haciendo con la naturaleza. Ninguna de las especies mencionadas alcanzaría este número de población si viviera de forma natural, limitándose al cuidado de su conservación, como se encuentra en el Libro de los Espíritus. También es indiscutible que tales animales solo están siendo “producidos” en esta escala, utilizando alta tecnología, para servir al hombre, para ser esclavizados por nuestros deseos, por nuestra insensibilidad. ¡Este definitivamente no es el trabajo de estos hermanos menores!
También es importante recordar el tema de los productos lácteos, obtenidos con la explotación de las hembras, mamíferas explotadas para producir leche para consumo humano (alimentos que, por supuesto, están destinados a sus crías).
Según el IBGE, la cantidad de leche cruda comprada en 2019 es de alrededor de 25 mil millones de litros y se industrializa alrededor de 25 mil millones de litros [17]. Al igual que la matanza clandestina, la encuesta no cuenta ni estima la leche no inspeccionada por la vigilancia sanitaria. Es decir, el número es aún mayor.
¿Y qué hay del “trabajo” de las gallinas que “producen” huevos? Otras hembras explotadas por manos humanas. Según el IBGE, solo en el año 2019, se “produjeron” alrededor de 3.833.665000 docenas de huevos. Casi 4 mil millones de docenas de huevos. Es un total de 46.003.980.000, es decir, más de 46 mil millones de huevos en un año. Dichos datos incluyen solo establecimientos con diez mil o más gallinas ponedoras, ya que aquellos con menos animales “trabajando” no son encuestados [18]. Es fácil concluir que el número de huevos realmente “producidos” también es mucho mayor que el publicado por el IBGE.
¿Cómo sostener un sistema así, de explotación, de dominación, de desequilibrio? Vale la pena mencionar aquí la respuesta dada a la pregunta 595 del Libro de los Espíritus:
“Los animales no son simples máquinas, como creéis vosotros; pero su libertad de acción está limitada a sus necesidades, y no puede compararse con la del hombre. Siendo de mucho inferior a él, no tienen los mismos deberes. Su libertad está restringida a los actos de la vida material.” [19] (destacado nuestro).
Como podemos ver, los espíritus que trabajaron en la codificación de la Doctrina Espírita lo dejaron muy claro en ese momento: los animales no son máquinas. Y más. No tienen los mismos deberes que nosotros, los humanos. ¿Pero qué hay de los derechos? Al interpretar la Doctrina de Jesucristo, recordada por los estudios de Allan Kardec, podemos afirmar que los animales tienen derecho a la vida, a la misericordia, al respeto. Tienen derecho a ser vistos. Y tenemos un deber que ellos no tienen: respetar el equilibrio de la Naturaleza, cuidar el Planeta Tierra, hogar de todos los seres incluidos en el sistema al que estamos conectados.
Con respecto a los otros usos que le damos a los animales, ciertamente no son menos importantes para ser revisados en nuestra evolución como espíritus, en esta escuela planetaria que nos enseña a amar. Sin embargo, no los abordaré en este artículo, primero por la magnitud que obtendría y segundo porque el propósito inmediato de estas consideraciones es hacer que el lector reflexione sobre sus propios hábitos. Y si existe un hábito que practicamos todos los días y, en consecuencia, tiene más impacto en el mundo y eso también se vuelve más fácil de modificar (como dicen: ¡solo por hoy!), este hábito es el de la alimentación.
Además, el cambio en la dieta es algo que los que leen este artículo pueden elegir hacer. Recordando que el cambio comienza en nosotros y, como los espíritus amigos que sirven en tantas escuelas, incluida la del Espiritismo, enseñan: “la renovación auténtica debe comenzar en nosotros mismos“. [20]
El querido hermano Miramez, a través de João Nunes Maia, en el trabajo titulado “Salud”, afirma que:
“Los seres humanos, incluso con las provisiones que tienen a mano, cuando se trata de alimentos, comen incorrectamente. Dijo el Divino Maestro: “Buscad y encontraréis”. Y la conciencia en Cristo nos dice: “Debéis saber buscar”. (…) El germen vegetal mantiene la energía de la planta como un tesoro que la naturaleza ofrece al Espíritu que viaja en la carne y este último, ignorantemente, se olvida de aprovecharlo en su propio equilibrio. Dentro de los granos brilla la luz del reino vegetal, que debe extraerse con los recursos de la boca, donde los dientes y las glándulas juegan un papel extremadamente importante ”. [21] (destacado nuestro)
Además, lo más importante de la Ley, como lo dijo el Maestro Jesús, es la justicia, la misericordia y la fidelidad (Mateo, 23:17). Nosotros, como humanos, tenemos una oportunidad de aprendizaje y desarrollo diferente a la de los animales, pero esto no justifica ningún abuso de nuestra parte con respecto a sus vidas, bajo pena de no cumplir estos tres preceptos de la Ley divina.
Como Irvênia Prada, veterinaria, oradora y escritora espiritista, considera en su libro “La cuestión espiritual de los animales”:
“Volvamos a la pregunta inicial: ¿por qué existen los animales? – Hago otra pregunta: si existieran solo para servir al hombre, ¿por qué se habrían creado seres venenosos como serpientes y escorpiones? Creo que es suficiente entender que existieron y existen por razones intrínsecas a sí mismos, la cuestión que comparte con el principio inteligente, su evolución. La verdad es inexorable: ¡ya existimos en ellos! No hay animales en un lado y nosotros los humanos en el otro. Todos somos espíritus en la experiencia de los infinitos pasos del proceso evolutivo, de los cuales los seres humanos de este pequeño planeta, por mucho que lo pretendan, no representan el punto final”. [22] (destacado nuestro)
Consciente de que las opciones, tanto la comida como el resto, conciernen a cada uno, en el mismo paso que las consecuencias de ellos; confiando en que nuestra locura personal no tiene el poder de evitar las transformaciones universales necesarias en esta bendita escuela llamada Tierra, dirigida por el Maestro Jesús, bajo el permiso de la Inteligencia Suprema; y con la esperanza de que se produzcan cambios con respecto al “trabajo” que estamos imponiendo a los animales, especialmente aquellos que vemos como ingredientes, les dejo una reflexión de Bezerra, fechada el 2 de junio de 1988, que se encuentra en el prefacio del trabajo digno de elogio de Miramez, “Horizontes de la Vida”:
“Estamos dentro de una renovación doctrinal y el progreso no elige divisiones; está en todas las áreas, avanzando la vida y siempre en nuevos horizontes para ser revelados. Dios es el dador supremo, sin embargo, nos deja una parte para que comprendamos la importancia de nuestra cooperación, ya que es un logro que marca en la vida los esfuerzos que debemos hacer para nuestra felicidad”.
(…)
Que todos y cada uno de nosotros trabajemos por el bien universal, dentro y fuera de cada uno, para que todos los seres puedan ser respetados en su camino evolutivo en busca de la felicidad divina.
Referencias bibliográficas:
[1] Schwarcz, Lilia Moritz. Starling, Heloisa Murgel. Brasil: uma biografia. [Brasil, una biografía]. São Paulo: Companhia das Letras, 2015. ed.1. p. 79.
[2] GURGEL, Argemiro Eloy. Uma lei para inglês ver: a trajetória da lei de 7 de novembro de 1831. [Una ley para que los ingleses vean: la trayectoria de la ley del 7 de noviembre de 1831]. Acceso el 22-05-2020. https://url2.cl/Lc5PA
[3] BRASIL, Ley N° 10.406, de 10 de enero de 2002. Disponible en https://url2.cl/33e5u
[4] DORIGNY, Marcel. As abolições da escravatura: no Brasil e no mundo. [Las aboliciones de la esclavitud en Brasil y el mundo]. Traducción de Cristian Macedo y Patrícia Reuillard. São Paulo: Contexto, 2019.
[6] DORIGNY, Marcel. As abolições da escravatura: no Brasil e no mundo. [Las aboliciones de la esclavitud en Brasil y el mundo]. Traducción de Cristian Macedo y Patrícia Reuillard. São Paulo: Contexto, 2019.
[7] CENTRO DE ESTUDIOS AVANZADOS EN ECONOMÍA APLICADA (CEPEA) DE LA UNIVERSIDAD DE SAN PABLO. “Exportación de ganado en pie sube de 407 mil en 2017 a 790 mil en 2018” – 28/05/2019. (l volumen de ganado en pie exportado por Brasil en 2018 prácticamente se duplicó en relación con el año anterior. Según datos de la Secretaría de Comercio Exterior del Ministerio de Economía. en 2017, el país envió poco más de 407,000 cabezas, saltando a 790,000 cabezas el año pasado. Los principales destinos de los animales brasileños fueron Turquía, Egipto y el Líbano, precisamente países que generalmente prefieren sacrificar ganado según sus propias directrices. Las exportaciones brasileñas de animales en pie, además de producir ganado para sacrificio específico, también están orientadas a satisfacer la demanda de los criadores de ganado con una buena genética para retroducción, como es el caso en Paraguay.). Disponible en: https://url2.cl/Flc6j
[8] KARDEC, A. El libro de los Espíritus. Trad.: José María Fernández Colavida. p. 349. Ed. digital, FEE, set. 2018. 497 pp. Acceso el 26-06-2020 https://url2.cl/9g7wk
[9] KARDEC, A. El libro de los Espíritus. Trad.: José María Fernández Colavida. p. 299. Ed. digital, FEE, set. 2018. 497 pp. Acceso el 26-06-2020 https://url2.cl/9g7wk
[10] XAVIER. Francisco Cândido. Instrumentos do tempo. [Instrumentos del tiempo, por el espíritu Emmanuel]. São Bernardo do campo: Grupo Espírita Emmanuel, 1974. cap. 22, p. 98.
[11] TRIGUEIRO, André. Espiritismo e ecologia. [Espiritismo y ecología]. Brasília: FEB, 2017. 4 ed. p. 29-30.
[12] KARDEC, A. El libro de los Espíritus. Trad.: José María Fernández Colavida. p. 271. Ed. digital, FEE, set. 2018. 497 pp. Acceso el 26-06-2020 https://url2.cl/9g7wk
[13] KARDEC, A. El libro de los Espíritus. Trad.: José María Fernández Colavida. p. 274. Ed. digital, FEE, set. 2018. 497 pp. Acceso el 26-06-2020 https://url2.cl/9g7wk
[14] XAVIER, F. C.; ANDRÉ LUIZ (Espíritu). Misioneros de la Luz. 1ª ed., 2007. Derechos de autor cedidos gratuitamente por la Federación Espírita Brasileña. 352 p. Capítulo 4, “Vampirismo”. Acceso el 14-03-2020 https://rb.gy/axviv9
[15] BRASIL, IBGE. Número de animales sacrificados y peso total de las carcasas por especie y variación según los meses. Brasil – 2018 – 2019. Disponible en https://url2.cl/RwV6R
[16] BRASIL, IBGE. Efectivo de animales en establecimientos agropecuarios por especie, 1970 – 2006. https://acortar.link/aOCpP
[17] BRASIL, IBGE. Cantidad de leche cruda comprada y procesada y variación, según meses – Brasil – 2018 – 2019. http://gestyy.com/ewAqmA
[18] BRASIL, IBGE. Producción de huevos de gallina. http://gestyy.com/ewAqRb
[19] KARDEC, A. El libro de los Espíritus. Trad.: José María Fernández Colavida. p. 269. Ed. digital, FEE, set. 2018. 497 pp. Acceso el 26-06-2020 https://url2.cl/9g7wk.
[20] XAVIER, F. C.; ANDRÉ LUIZ (Espíritu). Respuestas de la Vida. Cap. 19, p. 29. Versión digital. 52 p. Acceso el 19-06-2020 https://bit.ly/37L2SJz
[21] MIRAMEZ (Espíritu). Saúde. [Salud]. Psicografía de João Nunes Maia. Belo Horizonte: Fonte Viva, 1998. 10 ed. p. 35.
[22] PRADA, Irvênia L. S. A questão espiritual dos animais. [La temática espiritual de los animales]. São Paulo: FE editora jornalística, 2018.
[23] MAIA, João Nunes. Horizontes da Vida [Horizontes de la vida], por el espíritu Miramez. Belo Horizonte: Fonte Viva, 2001. 6 ed. pp. 10-11.