Card #63: “Ayuda conmigo al ignorante y al enfermo, al anciano y al niño pequeño, al animal y a la hierba tierna. A cualquier criatura o cualquier cosa que le ofrezcas el bien, es a mí a quien lo haces…”

¿Alguna vez te has parado a pensar que lo que le hacemos a la naturaleza se lo hacemos a Jesús?

Según el Espiritismo, Jesús, además de Guía y Modelo de la humanidad[1], es el Divino Escultor y Gobernador Espiritual de la Tierra [2], habiendo creado lo indispensable para la existencia de todos los seres.

El espíritu Emmanuel incluso dice que lo que se llamó naturaleza en la formación del planeta fue en realidad Jesús, como el Verbo de la creación terrenal. Vamos a ver:

«La ciencia del mundo no vio Sus manos augustas y sabias en lo más íntimo de las energías que dan vida al organismo del globo. Sustituyeron a la Providencia con la palabra “naturaleza” en todos sus estudios y análisis de la existencia, pero Su amor fue el Verbo de la creación de principio como es y será la corona gloriosa de los seres terrestres en la inmortalidad sin fin». [2]

Por lo tanto, Su Regencia y Su Amor ilimitado se extiende a todas las criaturas, independientemente de la etapa de evolución espiritual en la que la especie se encuentre, ya sea humana o no humana.

En consecuencia, la Doctrina de Jesús no podía limitarse únicamente a los deberes de amor, respeto, solidaridad, justicia, etc. entre miembros de la especie humana, en una perspectiva antropocéntrica, sino también a otros seres no humanos.

De hecho, esta interpretación centrada en el ser humano está en la base de los graves problemas socioambientales que enfrenta actualmente, pues en la medida en que el hombre no se comprende como Naturaleza terminó transformando animales, plantas, montañas, agua y otros elementos naturales en cosas, cifras, bienes.

Así, en la moral de Jesús a la luz del Espiritismo, en el Mayor Mandamiento de amar a Dios y al prójimo, todos los seres están incluidos. Así lo enseñó Juana de Angelis:

«Si quieres, sin embargo, comprender la necesidad de amar a Dios, acompaña el florecimiento de una rosa, dando vida a la fragancia, que extrae de la tierra en humus y abono… Mira a un niño, detente ante un anciano… Ama, por lo tanto, en el camino, tanto como puedas, plantas, animales, hombres, y te encontrarás, por fin, superiormente, amando a Dios». [3].

La misma benefactora Juana de Angelis afirmó que Jesús es el ECOLOGISTA SUBLIME, y enseñó que en su Doctrina se encuentran las bases para la solución de la actual crisis socioambiental. Observemos:

«En consecuencia, el programa para el saneamiento de tan peligrosa situación ya ha sido presentado por Jesús, el Sublime Ecologista, que hizo uso de la Naturaleza preservándola, bendiciéndola, y presentó los métodos y técnicas de la felicidad, de la dichosa supervivencia en los incomparables discursos y logros que inundaron la Historia, sentando las bases del reino del amor y la armonía sin fin, sin dolores, sin aprensiones…» [3].

Por tanto, mientras sigamos atacando a la Naturaleza, estaremos minando la moral de Jesús, así como a nosotros mismos, que también somos Naturaleza, perjudicando nuestra evolución y la de otros seres que conviven y coevolucionan con nosotros en la Tierra.

Es por esa circunstancia que el Espiritismo, en su vertiente de Evangelio avivador, que brinda un entendimiento más amplio e inteligible de los textos evangélicos, según sus principios básicos, trae en su literatura lo que llamamos la dimensión ecológica del Evangelio.

Un ejemplo está en el mensaje del espíritu Hermano X que, a través de la psicografía de Chico Xavier, dio una interpretación ecológica a lo registrado por Mateo 25, 31-46, cuando Jesús dijo: «De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. como hiciste a uno de estos hermanos míos , más pequeño, me lo hiciste a mí». Veamos:

«Ayuda conmigo al ignorante y al enfermo, al anciano y al niño pequeño, al animal y a la hierba tierna. A cualquier criatura o cualquier cosa que le ofrezcas el bien, es a mí a quien lo haces…» [5]

Assim, cada choro de uma mamãe animal, por ver o seu filhote arrancado de seu seio, é a Jesus que fazemos. Cada debater de um peixe, em busca de oxigênio, é a Jesus que fazemos. Cada árvore queimada, para virar dinheiro, é a Jesus que fazemos…

Que possamos então fazer o bem a todos os seres.

Así, cada grito de una madre animal, al ver a su bebé arrancado de su pecho, es a Jesús que le hacemos daño. Cada aleteo de un pez en busca de oxígeno es a Jesús a quien dañamos. Cada árbol que se quema para convertirse en dinero es a Jesús a quien destruimos… 

¡Que podamos hacer el bien a todos los seres!

Referencias:

[1] KARDEC, A. El libro de los Espíritus. Pregunta 625. Trad.: José María Fernández Colavida. Ed. digital, FEE, set. 2018. Acceso el 26-06-2020 https://tinyurl.com/y6x5uljn 

[2] XAVIER, F. C.; EMMANUEL (Espíritu). A Camino de la Luz. Capítulo 1 “La génesis planetaria”, item “El Divino Escultor”, p. 11 Versión digital. Federación Espírita Española. 105 p. Acceso el 23-06-2020A Camino de la Luz (cursoespirita.com)

[3] FRANCO, D. P.; JUANA DE ANGELIS (Espíritu). Leyes Morales de la Vida. 15 ed. Salvador: LEAL, 2014. 224 p. 2ª parte, cap. 1 “Amar a Dios”, pp. 18.

[4] FRANCO, D. P; JUANA DE ÂNGELIS (Espíritu). Após a Tempestade. [Después de la tempestad]. 11. ed. Salvador, BA: Livraria Espírita Alvorada Editora, 2013. Pp. 24 y 25.

[5] XAVIER, F. C.; Diversos Espíritos. Cartas do coração. [Cartas del corazón]. Capítulo “El don divino” (Espíritu Hermano X)

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